Los meses de confinamiento y el uso prolongado de la mascarilla han agravado los problemas derivados del denominado síndrome del ojo seco. El oftalmólogo y presidente de la Sociedad Murciana de Oftalmología, Jerónimo Lajara, sostiene que los meses en los que los murcianos permanecieron en casa con motivo del avance del coronavirus, con el consecuente creciente uso de pantallas por teletrabajo y ocio, produjo que los usuarios fijasen más la vista y parpadeasen menos, lo que se traduce en una «evaporación mayor de la lágrima», explica.

Esta situación ha provocado un aumento de los síntomas del ojo seco, que van desde la sensación de tener «un cuerpo extraño o arenilla dentro del ojo», sequedad o enrojecimiento ocular, picor y escozor, lagrimeo y pesadez en los ojos e inflamación de los párpados (blefaritis). Lajara señala también que el uso de la mascarilla está provocando un aumento de los casos de ojo seco o agudizándolos, dado que por la parte superior de la mascarilla emerge un flujo de aire que llega hasta los ojos de manera continua: «Esto provoca que al que lleve gafas se les empañe y tenga problemas de visualización y que, además, aumente la sequedad del ojo».

Como consecuencia principal, según el médico especialista en Oftalmología, ha intensificado el consumo y uso de la lágrima artificial. El mayor tiempo que pasamos ahora delante de las pantallas lleva a los expertos en salud ocular a alertar del mayor riesgo que existe de padecer distintas enfermedades oculares, especialmente fatiga ocular, seguido de astenopia acomodativa o de convergencia -es decir, fatiga ocular asociada a diferentes síntomas como dolor de cabeza y malestar general- y miopía.

En el estudio 'La salud ocular en tiempos de pandemia', presentado hace unos días, se expone que las principales causas que han provocado este incremento del síndrome del ojo seco son los nuevos hábitos de los ciudadanos desde el inicio de la crisis sanitaria, unido a la falta de revisiones oftalmológicas periódicas, así como al contexto de estrés e incertidumbre que vive actualmente la sociedad.

Además, más de la mitad de los oftalmólogos consultados aseguran que en los últimos doce meses se ha producido un agravamiento de otras dolencias oculares, entre las que destacan también la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) -enfermedad degenerativa de la retina que produce pérdida de visión central y de detalle y que actualmente es la primera causa de ceguera a partir de los 65 años-, así como la miopía en niños y jóvenes.

En este sentido, Lajara señala que ya no solo se trata de un efecto negativo más de la pandemia del coronavirus, sino de una situación cultural que cada vez va a más en la sociedad actual: «Se están produciendo más casos de miopía a medio y largo plazo, sobre todo en niños ; mientras que los hipermétropes, que tienen dificultad para ver de cerca, están teniendo problemas relacionados con dolores de cabeza y molestias oculares».

En el citado estudio también se indica que en la actualidad están llegando a las consultas casos de pacientes en estado más grave o avanzado que hace un año debido principalmente al retraso de los controles oftalmológicos en pacientes críticos, con enfermedades crónicas o degenerativas. Nueve de cada diez de los profesionales que han participado en la encuesta han observado un «retraso en los controles oftalmológicos de estos pacientes críticos debido al confinamiento».

El miedo de las personas al contagio y las restricciones dictadas por las autoridades son los dos factores que más han influido en el retraso y el descenso de las revisiones oftalmológicas en los últimos meses, según el estudio

Por último, el oftalmólogo recomienda que todas las personas se hagan al menos una revisión anual y que aquellas que sufran molestias, «por muy leves que sean», acudan al especialista médico, «porque uno mismo nunca puede saber si esas molestias derivan en unas consecuencias leves o más graves. Siempre hay que ir para descartar posibles complicaciones», concluye el experto.