Aparatos portátiles para que los pacientes con patologías respiratorias logren esquivar día a día los principales focos de contaminación que se pueden producir en escasas horas. El neumólogo José Antonio Ros está trabajando junto a la Facultad de Química de la Universidad de Murcia en un proyecto que ahora mismo está en fase de lograr financiación (se ha presentado al programa LIFE de la Unión Europea) para lograr que los enfermos con asma, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, insuficiencia respiratoria, bronquiolitis o fibrosis quística puedan llevar un día a día normal escapar de las partículas nocivas en la medida de lo posible.

Para ello, el médico plantea que los pacientes con patologías pulmonares porten sistemas individuales que logren medir o controlar los niveles de sustancias tóxicas en el aire, o logre alertar al enfermo de qué zonas debe evitar en su localidad o a nivel comunitario por la alta contaminación. «El futuro va encaminado en este sentido. Estudios previos han demostrado que aquellas zonas que logran mejorar la calidad del aire, generan una mejora en los pacientes con enfermedades pulmonares», señala el neumólogo.

El doctor pretende conocer a través de los aparatos que puedan llevar encima sus pacientes qué tratamientos pueden recibir, incluso cambiarlos, dependiendo de a qué niveles de contaminación se están exponiendo. También generar un mapa de contaminación a través de los indicadores de estos aparatos que podrían llevar los enfermos sensibles a los gases de efecto invernadero.

«Podrían esquivar vías con mucho tránsito de coches o recomendar incluso que no salgan de casa porque las partículas nocivas son elevadas un día concreto», añade Ros.

Cambio climático

A medio y largo plazo los efectos del cambio climático comenzarán a generar problemas más serios de salud, alerta el neumólogo de la Arrixaca. Todos los gases de efecto invernadero son muy perjudiciales y, «ahora que tenemos más conocimiento de ellos, hay que controlar de forma exhaustiva sus niveles».

El calentamiento global conlleva una gran cantidad de enfermedades, como las infecciones, por la diseminación de vectores; los brotes de enfermedades digestivas, por inundaciones; enfermedades psiquiátricas y mortalidad causada por las temperaturas extremas en las ciudades, hasta el punto que la OMS estima que en 2030, solo dentro de diez años, la mortalidad anual atribuible al cambio climático rondará las 250.000 personas.