Después de años de lucha en educación para la salud contra el uso indiscriminado de medicamentos sin respetar las dosis, los médicos de familia han vuelto ver cómo en el contexto de la pandemia los pacientes continúan con el uso descontrolado de los fármacos ante síntomas menores. Los facultativos han lanzado la voz de alarma. En los últimos meses están viendo en sus consultas cómo se disparan los problemas relacionados con el mal uso de los medicamentos, principalmente por intoxicación o porque los pacientes se toman menos dosis de la indicada por el facultativo.

«Llevamos muchos años abogando por el empoderamiento de los pacientes de cara al manejo de síntomas menores que muchas veces no necesitan pasar por el médico de familia, y choca con lo que vemos en los últimos meses, durante la pandemia». Jesús Abenza, médico especialista en Atención Familiar y Comunitaria y vicepresidente de la Sociedad Murciana de Medicina Familiar y Comunitaria (Smumfyc).

Para estos facultativos, en el contexto de la pandemia, el que el paciente no pueda acercarse a los centros de salud ha fomentado el uso de medicamentos no indicados para determinadas patologías. Principalmente, muestran su preocupación por el consumo de los antibióticos por las consecuencias que tiene, tanto efectos adversos como al riesgo potencial de generar resistencias por no acabar los tratamientos bien. Los plazos prescritos para la toma de un antibiótico no se cumplen en muchos casos.

Sigue habiendo un uso descontrolado de estos medicamentos ante cuadros catarrales porque «con la covid, se ha puesto de manifiesto que muchos pacientes, en los últimos meses, han estado usando un antibiótico como la azitromicina, un fármaco que está indicado para cuadros bacterianos y no víricos». Esta explicación no ha valido para evitar que se consuma para tratar el coronavirus o frenar una sintomatología con la que el paciente se confundía con la covid-19. «Se ha llegado a usar de forma indiscriminada la azitromicina muchas veces sin prescripción médica por un facultativo», subraya Abenza.

Al mismo tiempo, otros antibióticos se han estado tomando fuera de la indicación o fuera de las dosis reflejadas por el médico de familia porque «como se encontraban bien, cortan con el tratamiento». En principio, este tipo de fármaco «no debería ser dispensado en una oficina de farmacia sin receta médica, pero que a día de hoy, por la relación de confianza con el farmacéutico, sigue ocurriendo. Con la pandemia, muchos de los cambios de medicamentos se han realizado a través del teléfono.

La nueva medicación se carga directamente en la tarjeta y el paciente la retira en la farmacia, pero en ocasiones no tiene la hoja en la que se le indica la posología, es decir, cuántas dosis de medicación tomar y cuándo. Abenza indica que para que el paciente entienda lo que está tomando se debe insistir en los días que dura el tratamiento, las dosis, cuándo empezar a bajar las cantidades del fármaco... «Y todo eso tratamos de reflejarlo en la receta electrónica para que el farmacéutico sepa también qué medicación lleva el paciente».

En tiempo todavía de coronavirus, Abenza pide a los pacientes que, ante cualquier duda, no dejen de llamar sus médicos por teléfono o asistir a la consulta para evitar así que se haga un mal uso de la medicación.

El mal uso de los medicamentos es un problema que, por lo general, afecta fundamentalmente a personas mayores con enfermedades crónicas. En estos casos, muchos de los problemas llegan relacionados porque a los pacientes se les olvida los tratamientos, dosis o frecuencia de consumo y tienen que llamar varias veces a sus médicos de cabecera para que les repitan la información. Es lo que los facultativos llaman las consultas burocráticas que les acaban sobrecargando de trabajo.

Una información por escrito que para las personas mayores es esencial, ya que la pueden consultar cada vez que se les olvide lo hablado con su médico. Sin esa hoja, los errores están aumentando.

Sin embargo, en la Región de Murcia el perfil del paciente que realiza un incorrecto uso de los fármacos es el de una persona de mediana edad, de entre 30 y 50 años, con acceso fácil a seguros privados y oficinas de farmacia en la que tienen una relación de confianza con los farmacéuticos.

Desde la Sociedad Murciana de Medicina Familiar y Comunitaria piden respetar los indicadores de calidad de prescripción farmacéutica en atención primaria desarrollado por los médicos. Jesús Abenza señala que, por ejemplo, en el uso de ibuprofeno, el paciente tome una cantidad de 400 miligramos en vez de 600. En el caso del paracetamol de un gramo, pasar a una dosis de 650 miligramos para evitar efectos adversos con la medicación.