El día a día de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se llenaba, durante el confinamiento domiciliario, de historias humanas y cercanas. Algunas de ellas pasaban, incluso, por cantar el ´cumpleaños feliz' a los niños que no podían salir de casa en un día tan señalado. La Policía y la Guardia Civil han sido garantes de profesionalidad, eficacia y un buen hacer que, por supuesto, tiene premio. La Opinión de Murcia, trata de reconocer los méritos bien logrados de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, personificándose en Gonzalo Álvarez, inspector de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Región, y Francisco del Cerro, teniente jefe de la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic) de Murcia.

Una mujer de Puente Tocinos se puso en contacto con la Jefatura de la Policía Nacional contando que, en pleno confinamiento, se encontraba sola con su hija, la cual había estado contagiada con coronavirus. Desde aquel 14 de marzo que se decretó el estado de alarma en España, fueron numerosos los vídeos virales de agentes dedicando la canción de ´Cumpleaños feliz' a los pequeños con el ánimo de que una fecha tan especial no quedara empañada por el aislamiento. «Ese movimiento nacional quisimos trasladarlo también a Murcia», relata Gonzalo Álvarez, inspector de Policía de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Región de Murcia. Álvarez hace hincapié en que aunque en este premio él «sea la cara visible», este reconocimiento no es para él, «sino para toda la Policía y su labor».

El inspector no solo fue el artífice de la iniciativa de ir, megáfono en mano, felicitando a los pequeños de la casa por su aniversario, sino que también acudió con sus efectivos a la puerta del hospital Morales Meseguer para homenajear a los sanitarios. «Fuimos con los coches patrullas y les convocamos en la puerta para dedicarles unas palabras. Al final nos aplaudimos mutuamente», recuerda el inspector, con gran entusiasmo en su voz. Aquellos meses de confinamiento domiciliario «no había nadie en la calle, solo gente que trabajaba en supermercados, los sanitarios y los policías, por lo que al final se creaba como un vínculo de complicidad por remar en la misma dirección». Álvarez asegura que «uno no había terminado la frase para proponer este tipo de actividades, cuando ya salían voluntarios de debajo de las piedras».

Lo que el inspector de Policía destaca es que en aquellos meses de duro confinamiento la gente que se lo saltaba les miraba con miedo: «Lo que a mí me llamó poderosísimamente la atención fue el cómo nos miraban los ciudadanos, con miedo, por las multas que les pondríamos. Nosotros teníamos que controlar los movimientos de la población para evitar contagios y derrotar al enemigo invisible. Cuando veían que lo que hacíamos era una labor pedagógica y les hacíamos ver que no éramos sus enemigos, mostraban caras de alivio. Se echaban a llorar por la presión que llevaban», deja claro.

Igual de valioso es el testimonio de Francisco del Cerro, teniente jefe de la Unidad de Seguridad Ciudadana de Murcia, por su importantísima labor durante este año tan crudo. Sus compañeros de la Guardia Civil lo han elegido a él para que los represente en esta distinción: «Es todo un orgullo y una satisfacción enorme que reconozcan nuestra labor, pero de esto también forman parte el resto de mis compañeros, que hicieron un gran trabajo durante el estado de alarma».

Para la Benemérita ha sido siempre una prioridad «la seguridad y bienestar de los mayores», deja constancia Francisco del Cerro. En aquellos momentos de confinamiento y soledad, un señor mayor, por circunstancias que aún se desconocen, cogió su vehículo y desapareció por unas horas. Sus familiares, alarmados y preocupados, llamaron a la Guardia Civil. Resultó que tuvo «un accidente de circulación y se encontraba desorientado». El teniente destaca que «por aquel entonces no había ni un alma en la calle ni en la ciudad, mucho menos en aquella población tan pequeña». El hombre mayor estuvo en su coche sin que nadie lo asistiera durante horas «porque nadie pasó por allí». El Instituto Armado le salvó la vida. «Fue reconfortante encontrarlo y que todo saliera bien», concluye Del Cerro.