Hablemos de la cultura en la era del coronavirus. Hablemos de cómo el aislamiento que padecimos en los meses críticos de este peculiar 2020 nos volcamos a consumir arte y cultura a consecuencia de que estuvimos mucho más tiempo en casa de lo que comúnmente solíamos estar. Y ha sido hasta este preciso momento de pandemia en que se hace realmente notorio el valor que representa la música, el arte, el cine, la literatura o el baile. Es decir, todas las disciplinas de contenido cultural a las que la población alrededor del mundo recurre buscando calmar la ansiedad, liberar el estrés provocado por el confinamiento y buscando ese efecto calmante y de relajación que produce la cultura en los seres humanos.

Hablemos de cómo artistas murcianos de diferente índole hicieron más amena la crisis sanitaria global. La música amansa a las fieras y cantantes murcianos como Ruth Lorenzo, Carlos Tarque, Xuso Jones o el grupo Second nos apaciguaron el confinamiento ofreciendo conciertos desde sus balcones o desde sus redes sociales. Respecto a los destacables por sus papeles de cine, televisión y teatro como Carlos Santos y Ginés García Millán, también incitaron en sus redes a consumir cultura. No obstante, el confinamiento obligó a cerrar las puertas de los museos, de las galerías de arte, de las salas de conciertos, teatros, cines y a suspender festivales. Esta parte de la cultura se quedó huérfana del calor de los aplausos y la admiración de los visitantes.

Es por ello que debemos hablar de lo inevitable que fue el movimiento #AlertaRoja y que surgiera, a su vez, de forma espontánea, organizando concentraciones de protesta para dar visibilidad al colapso y pedir un plan de rescate. Ha supuesto la mayor unión del sector de los eventos jamás vista en el ámbito internacional. Se trata de un sector muy heterogéneo, que comprende un rango de profesionales y empresas enorme y muy variopinto, con necesidades y problemáticas muy diferentes. En la Región de Murcia, una de las caras más visibles por la defensa activa de la cultura en estos meses ha sido Isaac Vivero, amparando tanto a músicos como a promotores, sin olvidarse tampoco de técnicos de sonido o iluminación. Esta es la razón por la que este diario personofica en Isaac Vivero el papel de la cultura en la era covid, una distinción que recibe con «sorpresa», admitiendo que es la primera vez que recibe algo parecido a este premio, no esperándolo en «absoluto». «Entiendo que el reconocimiento realmente no es para mí a modo personal, sino al sector de las salas de conciertos en su conjunto así como la cultura, un sector al que yo represento en Murcia, pero que conforman muchas personas», expresa Vivero.

La pandemia ha sido terrible para el sector de las salas de conciertos, que lleva cerrado por decreto desde marzo: «Pero no todo ha sido negativo, con la campaña #ApoyaTuSala conseguimos una sensibilización hacia el sector por parte de la sociedad que no existía antes. Hemos conseguido que por primera vez el Ministerio de Cultura convoque una línea de ayudas específica para salas de conciertos a través del INAEM». Isaac también celebra que el Gobierno de la Región de Murcia firme un convenio de colaboración con el sector a través del ICA «por primera vez en la historia». Asimismo, presume de que hayan conseguido «poner sobre la mesa la problemática histórica del sector de los eventos, y se está trabajando en la búsqueda de soluciones». Admite que «la pandemia ha acelerado el proceso».

El trabajo que desarrollan las salas de conciertos es «vital para la escena musical de base, es en esos escenarios donde debutan en directo todos los artistas que años después llenan grandes recintos, es en esos espacios de cultura donde los grupos musicales empiezan a ´coger tablas', donde sientan las bases de su aprendizaje hacia el ámbito profesional». Isaac recalca la importancia de estos espacios «fundamentales para el circuito profesional de música en directo durante el largo invierno, fuera de la temporada estival de festivales, que generan una programación cultural, empleo y turismo desestacionalizado, dinamizando los municipios, creando un importante flujo económico en muchos negocios de alrededor». Unos espacios de cultura que «históricamente han sido ninguneados y maltratados por las administraciones públicas, una situación que debemos revertir».

Hablemos también de aquellas personas que se ganan el pan de cada día con este oficio. Son muchísimas las que trabajan directamente en las salas de conciertos, y muchas más que aunque no pisan las salas, también las necesitan. Es más, los propios artistas tienen a mucha gente a su alrededor (el personal técnico que viaja con ellos, sus oficinas de management, compañías discográficas y editoriales que necesitan la presentación en directo de los discos que publican, agencias de gestión de derechos o agencias de comunicación). En las salas se ve al personal de seguridad, a los camareros y al personal técnico, pero también hay personal de limpieza y mantenimiento, programación y producción, comunicación, fijación de cartelería, administración, proveedores? Hay un importante sector de promotores que tiene en las salas de conciertos su espacio de trabajo, y sus oficinas dan empleo a cientos de personas. Y están los negocios de la zona que se nutren del público y los trabajadores de las salas de conciertos, negocios de hostelería, hoteles, tiendas, supermercados o gasolineras. «Se suele hablar mucho del impacto económico de un festival como el WARM UP Estrella de Levante, que moviliza en un fin de semana a miles de personas, pero las salas de conciertos, a lo largo del año, movilizan muchísimas más personas que cualquier festival», apunta Vivero.

En cuanto a cifras se refiere, puntualiza que «solo cinco salas de la ciudad de Murcia (Garaje Beat Club, Sala Rem, Sala Spectrum, Sala Musik y Sala Revolver) celebraron en 2019 más de 400 eventos de música en directo con cerca de 800 grupos en concierto y una asistencia de público de casi 100.000 personas».