Lamenta que «vivimos en una sociedad del ruido en la que predomina la comunicación superficial y la falta de empatía», lo que hace que servicios como el Teléfono de la Esperanza sean cada vez más necesarios. Su presidenta, María Guerrero, es doctora en Psicología y voluntaria.

¿Cómo afecta el coronavirus a unas fechas que para muchas personas ya son difíciles?

Habitualmente estas fechas navideñas mueven y remueven muchas sensaciones y sentimientos. Este año no es diferente, al contrario: los sentimientos están más a flor de piel y las sensaciones de miedo al contagio, la incertidumbre que provoca lo desconocido y la inseguridad que genera la ruptura de los patrones habituales en la forma de vida, activan todas nuestras alarmas, provocando en muchos casos respuestas de ansiedad y estados depresivos, que se ven más agudizados en personas que tienen historias previas de estos trastornos. El otro factor que se ve afectado en estas fechas son las pérdidas de seres queridos. El incremento de pérdidas por el coronavirus hace que este año sea especialmente sensible y complicado para muchas personas: se ha incrementado el número de personas que han solicitado asistir a nuestros talleres de duelo.

¿Es posible vivir una feliz Navidad, aunque se esté solo?

Claro que es posible. Si bien no es lo más deseable, sobre todo en estas fechas navideñas en las que está tan enfatizado juntarse con los seres queridos, la realidad se impone y una característica de una persona madura es aceptar la realidad tan cual viene y sacar el mayor beneficio posible de la situación. Hay muchas personas que no podrán reunirse con sus familias debido a las restricciones y los cierres perimetrales de ciudades, lo que supondrá que muchas personas se queden solas y, aunque no es lo mismo, podrán recurrir a la tecnología a través de videollamadas, para realizar esos encuentros. En cualquier situación las personas tenemos una capacidad de adaptación increíble y somos capaces de sacar lo mejor aún de lo peor...

¿Algún truco para conciliar sentimientos encontrados a lo largo de estas fiestas?

Los sentimientos de ambigüedad son la estrella de este año. Por un lado tenemos muchos deseos de ver a nuestras personas queridas que viven fuera: ese deseo está muy presente. Sin embargo, junto a él coexiste el miedo al contagio en las reuniones. En los hogares se reúnen los abuelos, que son personas de riesgo y han de estar protegidas y tienen que convivir en estos días con los jóvenes, que tienen ganas de juntarse y socializar con sus congéneres. ¿Cómo conciliar ambas necesidades? De la única forma posible, con sentido común, prudencia, respeto y responsabilidad.