¿Cómo han recibido en el colectivo el nuevo recorte del caudal a trasvasar en noviembre?

Con mucha preocupación. El permanente cambio en la aplicación de criterios, todos ajenos a las propuestas técnicas de la Comisión Central de Explotación, genera incertidumbre y malestar.

El Ministerio lo justifica porque hay 82 hm³ de agua del trasvase embalsados en la cuenca del Segura, ¿cierto?

El 1 de noviembre había en la cuenca algo más de 40 hm3 para regadío, pero el recorte a los trasvases comenzó hace un año, culpando de la situación del Mar Menor a todos los agricultores del Levante, desde Pulpí hasta Elche. Después, basándose en previsiones meteorológicas han reducido trasvases. Ahora sostienen que las decisiones se deben a la existencia de agua sin consumir en la cuenca del Segura. Ojo, la mitad es para el abastecimiento, pero se castiga al regadío. El criterio variará, porque, a la postre, la voluntad es no trasvasar, importa poco el motivo que se argumente. Imagine que las comunidades de regantes dijeran a sus comuneros que no les dan agua hasta tanto en cuanto no consuman la que tienen ahorrada. Sería estúpido, ¿verdad? Los agricultores almacenamos el agua en embalses y se dosifica gota a gota. El trasvase que no se aprueba ahora no va a ser recuperado, porque aplicarán, no hay otra, el mínimo trasvasable del nivel en que esté la reserva.

¿Se ve algún día con el trasvase cerrado y regando con agua desalada?

Si la deriva del Ministerio persiste, habrá que acostumbrarse a periodos con el canal del trasvase cerrado por mera determinación ideológica y política. Lo de regar con agua desalada es harina de otro costal. Y es que, precisamente, se está atacando, día sí y día también, a la agricultura, que es potencialmente consumidora de esas aguas tan caras. El pequeño y mediano agricultor sucumbirá ante la política de precios caros, y por el pago por anticipado que impone la desalinización. Si atacamos a los sectores de producción más especializados y al tiempo hacemos imposible el desarrollo de la agricultura más humilde, lo que está en peligro no es ya el riego con aguas procedentes de una fuente u otra, sino el propio regadío.

¿El aumento del caudal ecológico en el Tajo puede suponer la muerte del trasvase?

Por supuesto, pero con matizaciones. Supondrá la muerte del trasvase en lo que a aportación de caudales para regadío se refiere. No pondrán en peligro una infraestructura que deriva caudales de abastecimiento para más de noventa poblaciones. Eso supondría una auténtica sublevación. Recordemos 2018, cuando los ayuntamientos temían restricciones. Pero es que, sin embargo, tampoco veo que se le vaya a negar, ante las bravuconadas del presidente García-Page, agua para algunos regadíos castellano-manchegos, que necesitan desviar aguas del Júcar a través del trasvase. El cambio climático, los caudales ecológicos y las decisiones arbitrarias del Ministerio solo afectarán a nuestro regadío.

Según sus informes, la solución al trasvase está en mejorar la depuración del río en Castilla-La Mancha y Madrid. ¿Les hacen caso en el Ministerio?

Está por ver. Parece ser que una de las prioridades a atender con el apoyo económico europeo será la inversión en mejora y conclusión de instalaciones de depuración. Lo que no tengo muy claro es que eso vaya a servir, como así debiera ser, para aliviar la presión que el Ministerio ejerce sobre el trasvase. Más allá de los caudales ecológicos y de la posibilidad de que el agua depurada pudiera servir para aliviar la cabecera del Tajo, la hoja de ruta definida es el desmantelamiento del regadío levantino, y muerto el perro…

¿Cómo llevan que la vicepresidenta Teresa Ribera no haya visitado nunca a Murcia y Alicante para conocer en directo los problemas del campo?

Para la vicepresidenta las prioridades están claras. Y entre ellas no está el uso del agua para regar. Su prioridad es dar de beber, que las masas de agua y sus hábitats estén perfectos y por último, si se puede, que se aproveche al agua para el desarrollo y alimento de la nación. En ese mundo tan idílico, solo establece sinergias con organizaciones ecologistas. Por nuestra parte tenemos siempre la mano tendida para reuniones, visitas. Todo lo que sea preciso.

¿No son ustedes demasiado blandos al encajar una y otra vez los recortes en el trasvase?

El año pasado fue un año bendecido por la lluvia, con una primavera maravillosa. El arranque de campaña hidrológica ha sido también generoso pues teníamos recursos para iniciar el año. El problema podrá venir si la lluvia no llega y se echan a faltar los volúmenes que ahora el secretario de Estado tiene a bien escamotearnos. Entonces se comprobará, por desgracia, la robustez del sector. Por nuestra parte siempre hemos trasladado nuestro malestar ante esta correlación de decisiones erróneamente intencionadas.

¿Cuánto se juegan Murcia y Alicante si se quedaran sin el agua del Tajo?

Verá, hay un equilibrio de recursos y costes muy delicado. Durante años y por necesidades del guión impuesto por el Estado, hemos logrado incorporar a nuestras redes de distribución todas las aguas de distinta procedencia combinando los costes de las mismas. Pero el trasvase ha sido siempre el hilo conductor, el esqueleto sobre el que se ha mantenido compacto y en pie el cuerpo del regadío. ¿Qué ocurriría con su final? Es difícil predecir, pero ese equilibrio se vendría abajo. Someter a tensiones a la agricultura, que emplea actualmente a más de ciento seis mil personas, y aporta al PIB nacional la nada desdeñable cifra de 3.013 millones de euros, es demencial e impropio de dirigentes con el Estado en la cabeza. Si esa agricultura llena de productos sanitariamente seguros a supermercados de España y Europa, todo se vuelve más inverosímil.