Lo que empezó como una pequeña tienda de comestibles en San Javier, 150 años después se ha convertido en uno de los supermercados de referencia para la Región de Murcia. Fundado en 1864 y proclamado primer supermercado regional en 1962, la familia de Supermercados Pardo es de los pocos comercios murcianos que puede afirmar haber vivido y dar un servicio de primera necesidad durante dos pandemias.

Joaquín Pardo Calderón, a sus 91 años, sigue al pie del cañón junto con sus hijos y nietos trabajando en este establecimiento por el que han pasado ya cinco generaciones. Aunque solo tenía once años cuando en 1918 la gripe afectó en España, Pardo aún recuerda los testimonios de sus padres y abuelos durante esos años difíciles. «No existía el autoservicio, todo lo que se vendía era a granel, lo sólido en papel de periódico y lo líquido en cazos que traían los propios clientes». En lo que al negocio se refiere, la escasez de producto era la característica principal en el comercio de la alimentación y no contaban con un abastecimiento diario. «Había lo que había en ese momento, lo que traían los agricultores locales y poco más». Joaquín Pardo Calderón recuerda que el callejón de detrás de la iglesia lo llamaban «el callejón de los muertos», y era donde solían apilar a todos los fallecidos por enfermedades en esos años. Esa fue la realidad que vivieron acompañada del hambre, la falta de higiene y la escasez de productos, entre otras cosas. «La gente intentaba sobrevivir como podía y lo mismo hacíamos nosotros», añade Pardo. Las circunstancias eran complicadas ya que «no existían ni las mascarillas, ni la distancia de seguridad, ni la vida social como la conocemos ahora».

La familia de Supermercados Pardo no duda en afirmar que «el comercio de la alimentación ha jugado un papel crucial en la crisis del coronavirus». En la actualidad, la sociedad cuenta con una cantidad inmensa de supermercados y grandes superficies que garantizan el abastecimiento de productos básicos, algo que era impensable en 1918. «Tanto el comercio como los proveedores, fabricantes y agricultores trabajan sin parar para que los supermercados cuenten con los suficientes productos para abastecer a la población», declara Rocío Pardo Ortiz. En estos momentos, Supermercados Pardo ha notado «un incremento en las compras a domicilio y en la consumición de productos de primera necesidad». Al contrario que otros sectores, la alimentación ha salido reforzada ante esta crisis ya que se trata de una necesidad básica. «Hoy en día contamos con muchas más herramientas en el negocio que en 1918, se compra más rápido, hay más variedad de productos, los sistemas de gestión son más eficientes...» confirma Rocío Pardo Ortiz.

Más de cien años a tus pies

Globo al aire y gusanitos en mano solo puede significar una cosa: acabas de salir de calzados Perea. Desde 1905 esta zapateria de la Gran Vía de Murcia, de donde no se han movido en todos estos años, ha ido siguiendo las huellas de todos los murcianos que vistan sus «pequeños tesoros». Marian Solera Perea es la cuarta generación de un negocio familiar que no concibe otro oficio que el ser «viajantes del calzado».

La tienda como la conocemos actualmente fue, en sus incios, una talabartería dedicada al cuero y la elaboración de monturas para caballos de su bisabuelo Francisco Perea Sánchez. Tres generaciones después con este mismo nombre, se convertiría en una de las zapaterías más conocidas de Murcia. Marian Solera recuerda con cariño sus treinta y dos años al frente de esta pequeña tienda y se emociona cada vez que la visitan familias que calzan «Perea» desde que tienen uso de razón. «Me emociona cuando llegan personas a las que atendía cuando eran pequeños y ahora calzo a sus hijos», confiesa Marian Solera Perea.

A pesar de que las ventas han disminuido respecto a años anteriores, no solo por el coronavirus sino por la competencia online y la inmediatez de las compras por internet, calzados Perea cree en «el valor de la importancia del trato personal y la cercanía con el cliente». Marian Solera Perea asegura que mantendrá el legado familiar durante muchos años más.

Medicina desde el corazón

Uno de los comercios más emblemáticos de Murcia es la Farmacia Ruiz Seiquer. En pleno corazón de la ciudad, este establecimiento lleva más de 125 años sin moverse de San Bartolomé, donde llegaron a dar un servicio veinticuatro horas durante la llamada gripe española.

La propietaria actual, Ana Ruiz Seiquer, es la cuarta generación que continúa con el legado del negocio familiar que fundó su bisabuelo en 1886. Durante los años de la gripe en 1918, la farmacia «no era como ahora» sino que empezó como un laboratorio donde hacían sus propias medicinas y creaban yogures para mejorar el desarrollo nutricional.

Además, funcionó también como un hospital donde nacieron varios niños «Mi padre siempre nos contaba que hacían yogures y que llegaron incluso a atender partos aquí mismo», comenta Ana Ruiz Sequier. La actual pandemia no ha hecho más que alentar a este pequeño gran comercio para continuar ofreciendo el asesoramiento que necesiten los murcianos para combatir junto este virus.