«Tiene que quedar claro que el uso de antibióticos no tiene ninguna función en el tratamiento de una persona infectada por coronavirus». El médico Juan José Vigueras Abellán, pediatra del centro de salud Mariano Yago de Yecla y miembro de la junta directiva de la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria de la Región (APERMap), señala que el uso de estos medicamentos en los pacientes afectados por coronavirus deben ser utilizados solo cuando se presente alguna infección bacteriana secundaria, «que es donde pueden mejorar el proceso y salvar la vida de la persona afectada».

Con motivo de la celebración del Día del Uso Prudente de Antibióticos hace unos días, se ha puesto sobre la mesa la importancia de hacer un buen uso de ellos. De hecho, el Ministerio de Sanidad señala que a nivel nacional el consumo ha recuperado la tendencia decreciente antes de la pandemia, hecho que también se ha reflejado en la Región, donde el número global de pacientes tratados con antibióticos entre enero y junio de 2020 fue de 250.277, lo que supone un descenso del 18,6 por ciento frente al mismo periodo de 2019.

Por su parte, Manuel Alcaraz, ex director gerente del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia y ahora médico pediatra en el mismo centro yeclano, señala que «en este descenso pueden influir muchos factores, entre ellos que las medidas de distanciamiento social y uso de elementos de barrera como las mascarillas o la generalización de la higiene de manos con soluciones hidroalcohólicas también actúan en la prevención de otro tipo de infecciones».

«Durante estos meses ha disminuido el número de consultas a los dispositivos de Atención Primaria, y eso siempre disminuye la utilización de fármacos, entre ellos, los antibióticos». En este sentido, resalta también que «el nivel de educación sanitaria de las familias ha ido mejorando en los últimos tiempos».

Para Vigueras, «fuera de este uso no mejoran para nada el pronóstico de la covid y solo sirve para aumentar las resistencias bacterianas». En este sentido, el médico alerta de que los antibióticos «son un arma estupenda» en la lucha contra las bacterias, pero su mal uso puede llevar a que en unas décadas tengamos infecciones por gérmenes resistentes a todos los antibióticos conocidos.

«El riesgo está en usar de manera mantenida antibióticos de forma excesiva, sobre todo en procesos en los que no están indicados por tratarse de condiciones de naturaleza vírica. El riesgo en este caso, de uso mantenido, es el incremento de las resistencias de las bacterias a los actuales antibióticos. Eso implica que nos podríamos quedar sin antibióticos que tuvieran efectividad frente a estas bacterias multirresistentes, que cada vez son más», sostiene también Alcaraz.

En los últimos meses, la medicina ha tenido que aprender a enfrentarse a un virus desconocido y se han puesto en marcha distintas estrategias. De hecho, durante la primera ola de la pandemia se investigó si diversos fármacos como el remdesivir, la dexametasona o incluso el paracetamol podrían ayudar a frenar la infección del coronavirus, algo que para el miembro de APERMap «de todo ese proceso solo han mostrado evidencias científicas para ciertos aspectos o momentos de la evolución de la enfermedad, pero ninguno da una solución completa».

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) recuerda que la «prescripción excesiva o inadecuada de tratamientos antibióticos en el contexto de la pandemia podría facilitar el desarrollo de bacterias resistentes y reducir la eficacia de futuros tratamientos».

A este respecto, Yago indica que en los últimos meses se ha notado una reducción de los usuarios en busca de prescripción de antibióticos: «El distanciamiento, las mascarillas y una menor interacción social han ocasionado una menor incidencia de enfermedades infecciones, lo que junto a la interiorización del mensaje de que contra las infecciones virales como el coronavirus no sirven los antibióticos, ha ayudado bastante».

Por su parte, Alcaraz sostiene que «el mensaje debe ser claro: la gripe, los catarros y todas las enfermedades de causa vírica, en general, no responden a los tratamientos con antibióticos. Aunque uno se encuentre muy mal, con síntomas de fiebre, malestar u otra sintomatología, si la causa es una enfermedad viral, no se deben usar antibióticos», defiende.

También recuerda que un paciente nunca debe automedicarse con antibióticos: «Es frecuente que nos sobren pastillas tras un tratamiento con antibióticos y que las guardemos en casa. Es habitual que usemos ese antibiótico que nos sobró y que tenemos guardado para tratar síntomas como fiebre, tos y mocos. Eso puede ser muy perjudicial para la salud individual y colectiva.

Para el sanitario, si nos sobran pastillas tras un tratamiento, debemos «llevarlas a la farmacia para su reciclaje y no guardarlas en casa».