Situado estratégicamente entre las capitales de provincia de Alicante y Murcia, desde octubre de 1937 hasta finales de 1939, el campo de concentración de Albatera fue previamente una instalación penitenciaria donde entre unas 1.200 y 1.400 personas estuvieron recluidas en sus primeros años como cárcel a cielo abierto. Tras la Guerra Civil, Alicante fue el último territorio controlado por el Franquismo y en 1939, es cuando pasa a ser uno de los campos de concentración más duros, en el que entre 15.000 y 20.000 prisioneros sufrieron la hambruna y el miedo durante los siete meses que estuvo abierto.

Recién cumplidos 81 años de este suceso, nace la nueva investigación arqueológica para saber qué ocurrió realmente en el campo de concentración de Albatera. Se trata del proyecto formado por ocho arqueólogos y liderado porFelipe Mejías, que quieren estudiar desde otro punto de vista, no solo histórico, el paradero de las fosas comunes que hay en estos terrenos. Desde finales de octubre trabajan en esta parcela de casi cuatro hectáreas donde, por el momento, pueden garantizar que van por el buen camino: «haciendo la primera prospección nosotros mismos hemos encontrado restos humanos; había huesos, además de objetos personales».

Felipe Mejías ha sido el primer investigador en contar con testigos fiables y testimonios de antiguos prisioneros que aseguran que «allí moría gente todos los días». El número de víctimas es desconocido y no hay registros de las personas que estuvieron durante esos meses encerrados, lo que dificulta el proceso de investigación. «Hay un testimonio fundamental de un vecino que en los años setenta encontró cuerpos y el propietario de la parcela también encontró restos humanos cuando jugaba aquí de pequeño», aclara el arqueólogo. Sus intenciones son prospectar y estudiar todo el perímetro del campo, de 700 metros de largo y 200 de ancho, que deja ver que «era bastante grande». Debido a las cualidades inhumanas de la instalación, las enfermedades y la hambruna del momento, todo lleva a «una cantidad importante de muertos».

Con la ayuda de uno de los georradares de la Universidad de Cádiz están estudiando la zona en profundidad y han dado con las evidencias de las estructuras de los barracones del campo de concentración franquista. «Estamos intentando reconstruir como era, ya no solo la fosa, sino el campo de concentración en sí. Sabemos que fosas había varias, no solo esta, pero hemos empezado por aquí porque sabemos que algo hay» , manifiesta Felipe Mejías.

Durante esta semana han comenzado las excavaciones y el sondeo donde se han podido localizar los tubos que aquel vecino instaló en la parcela en 1977. «Hemos ido a ese punto y empezado a sondear. Ahora se trata de seguir la línea de esos tubos hasta encontrar el punto donde él encontró ese enterramiento».

"Esto es solo el principio"

Felipe Mejías sostiene que «esto es solo el principio» para este proyecto a cuatro años vista, pero asegura que no parará hasta dar con ello. «Si no los encontramos ahora seguiré insistiendo hasta que los encontremos, que los encontraremos», afirma, convencido, Mejías. Su tesis doctoral versará sobre estas investigaciones y contento declara que «es un proyecto muy bonito que está dando buenos resultados», confiesa el arqueólogo.

El proyecto ha recibido la ayuda de 17.600 euros concedidos por la Consejería de Calidad Democrática al Ayuntamiento de San Isidro, donde están localizados los terrenos, y supone la subvención más alta de las que se han otorgado en la Comunidad Valenciana para este propósito. Desde este Ayuntamiento tienen la intención, a través de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias y su próxima subvención, de adquirir los permisos de la parcela. «Nuestra finalidad cuando acabe todo esto es que se haga un centro de interpretación para que todo el mundo pueda visitar esto», explica el alcalde, Manuel Gil. Este pequeño municipio espera contar con las ayudas necesarias ya que para ellos «sería inviable hacer un proyecto de esta envergadura solos», manifiesta el alcalde.

Como asegura Manuel Gil «estamos muy cerca y siempre te toca un poco» y este interesante proyecto ha conseguido despertar el interés más humano a nivel nacional, porque «se trata, ya no solo de una cuestión científica, sino de dignidad humana», señala Felipe Mejías.

Mejías revela que estos terrenos «se han estudiado muy poco» debido a su rápida desaparición y no duda al afirmar que «los restos que puedan aparecer son de personas de toda España, pero también de esta zona».

La cercanía de la Región a este municipio alicantino abre la posibilidad de dar con murcianos que, en busca de una nueva vida tras la guerra, acabasen en este campo de concentración. Este pequeño gran equipo no parará hasta dar con los cuerpos y, de ser así, se llevaría a cabo una segunda fase de exhumación.