Las cañas y las copas que dejaron de tomarse en los bares y restaurantes durante el confinamiento y el periodo de cierre de la hostelería no han evitado que la mayoría de los murcianos haya cogido algún kilo de mas, pero han adelgazado la recaudación fiscal del Estado y de la Comunidad.

La Administración también sufre los efectos colaterales del cierre de la hostelería, porque cada litro de alcohol que no llega a comercializarse tampoco contribuye a la recaudación del IVA y de los impuestos especiales. Estos dos tributos alimentan la financiación autonómica y se reparten entre el Estado y la Administración regional, que este año no cumplirán sus previsiones de ingresos.