López Miras cerró los bares y los restaurantes, pero a estos últimos se les permite servir comida a domicilio. Esta opción, ante la imposibilidad de abrir el local, es la única oportunidad que le queda a los establecimientos para ingresar algo, por lo que son muchos, algunos con estrella Michelin, los que se han lanzado a debutar con este servicio, que, además, ayuda a quienes no pueden o no saben cocinar. Sostienen hosteleros de la Región que solo con comidas a domicilio «no salen las cuentas», aunque para ellos supone «un alivio» dentro del «desastre con mayúsculas» que, afirman, están sufriendo. Hay cosas excepcionales que, no obstante, no se pueden llevar a las casas.

María Gómez, chef y propietaria del restaurante Magoga, en Cartagena, explica que, en su caso, «la experiencia no es transportable», ya que «cocina, sala y ambiente» son importantes a la hora de degustar en su plenitud la esencia del lugar, por lo que optaron por «sacar una segunda marca, Cosa Santa». «Es comida más informal, de muy buena calidad», detalla la chef, que afirma que la respuesta de los cartageneros ha sido «genial», tanto por parte de «nuestros clientes como de gente que nos nos conocía».

«Estamos muy contentos», comenta Gómez. «Siempre hemos tenido en mente hacer algo más informal», complementario al restaurante con estrella Michelin que brilla en la ciudad portuaria, destaca la chef, que rememora que «empezamos con una barra con pinchos y tapas». Las zonas de reparto son Cartagena centro, Los Dolores, el polígono de Santa Ana, Canteras, La Vaguada y Los Molinos Marfagones. En el calor de su hogar, los vecinos podrán recibir, por ejemplo, un plato de verduras del campo de Cartagena a la brasa con huevo ecológico de San Isidro y un steak tartar de buey cortado a cuchillo con tostas hojaldradas, entre otras delicias. Cuando puedan abrir de nuevo el local, Cosa Santa no se extinguirá. «De hecho, ya la tuvimos en el primer confinamiento», comenta María Gómez.

«No queremos tener el restaurante cerrado», remarca Almudena Ferrer, dueña, junto a su hija, del restaurante La Marquesita, en la plaza Alcolea de Cartagena. De la comida para llevar, «el problema es el margen muy corto de tiempo para hacer la entrega, entre la una y media y las tres», que es cuando come la gente.

«El problema es que necesitamos personal, porque estamos acostumbrados a hacer una buena cocina: no tenemos una olla llena de lentejas y vamos sacando», subraya la propietaria de un negocio familiar que apuesta por tartar de salmón ahumado y aguacate, foie al Pedro Ximénez y carrillera de cerdo al vino tinto, entre otras delicias para el paladar.

Además, «hay que tener personal para repartir», argumenta Ferrer, quien detalla que «yo mando a mis camareros en un vehículo a repartir, no puedes llevar un postre dando tumbos en una moto». Con el reparto a domicilio, «vendes, pero los gastos son enormes», manifiesta la mujer, al tiempo que apunta que «el menú del día tiene mucho éxito». «El domingo llevamos un pedido a Santiago de la Ribera y ahora vamos a llevar uno a Escombreras», precisa la responsable de un negocio que tiene a diez de sus quince trabajadores en ERTE.

En el Mesón Lorquino, en la alameda de Menchirón de la Ciudad del Sol, la cosa está «mal», admite José Gázquez, camarero que ahora está «a media jornada, solo cuatro horas». Al menos se encuentra trabajando, ya que «de las seis personas que estábamos, hay cuatro en el ERTE», comenta. «Y con una familia que alimentar», especifica el empleado, que explica a este diario que su jefe «ha salido a hacer un reparto». «Por la mañana se llevan algunos cafés, pero en cartón o vaso de plástico? no es lo mismo, pierde el sabor, lo pierde todo», lamenta José Gázquez

«Hay buena acogida y tenemos pedidos. No es la solución, pero ayuda, especialmente a tener la mente ocupada y las cocinas funcionando», apostilla Juan José Nicolás, gerente propietario del restaurante El Churra, en Murcia. «Es una ayuda más psicológica que económica», reitera. Apunta Nicolás que «la cantidad de venta es muy inferior a un día normal. Un fin de semana, por ejemplo, unas veinte de comida y unas ocho de cenas. Las cenas siempre suelen ser la mitad». Sobre quiénes hacen los pedidos, dice que «la gran mayoría son clientes habituales que ya nos conocían». Acerca de la carta, se ha adaptado a «los platos que mejor viajan, que van a llegar bien durante el transporte». A este respecto, puntualiza que «los guisos, los asados, viajan perfectamente», pero que «los pescados se enfrían rápidamente». Si antes lo típico era pedir una pizza o comida china, ahora, dado que las circunstancias obligan, se va a poder hacer tapeo murciano en el salón de casa. La Tapeoteca, establecimiento ubicado en la plaza de San Pedro, en Murcia, anunciaba ayer mismo que «muy pronto» va a disponer de servicio a domicilio. Mientras, todos los establecimiento cuentan los días para volver a abrir la persiana: en principio, el 21 de noviembre.