El ODSesiones de este mes señala una cifra importante: 883 millones de personas viven en barrios marginales en todo el mundo. Uno de los objetivos a conseguir es mejorar este tipo de barrios y hacer urbanizaciones más sostenibles e inclusivas. ¿Cómo podemos lograr esto?

Efectivamente, casi el 12% de la población mundial vive en barrios marginales. La ONU, con el programa ONU-Habitat, promueve el desarrollo de asentamientos humanos sostenibles desde el punto de vista social y medioambiental. Desde mi punto de vista la solución no es única, siendo necesario actuar a varios niveles. Por ejemplo, los diferentes niveles de renta tienen su expresión física en el territorio, lo que lleva a situaciones de segregación residencial. Se hace necesario que las administraciones públicas implementen programas específicos que permitan reducir esas desigualdades mediante acciones tales como la promoción de los espacios públicos como lugar de encuentro, la revitalización de espacios degradados, la mejora en el transporte público o el fomento de procesos participativos de los ciudadanos en la gestión urbana.

El acceso a una vivienda asequible es un debate abierto ahora mismo con la regulación de los alquileres. ¿Es una medida viable?

La aparición de nuevas formas de alquiler vacacional en algunas de las grandes ciudades de España, la menor oferta de viviendas de protección oficial (VPO) y la precarización del mercado laboral han hecho que este derecho esté cada vez más en entredicho. En Europa tenemos varios países que aplican políticas de regulación de precios que limitan las subidas en función de un índice de precios que refleja de manera fiable la realidad del mercado. Por desgracia, en España no tenemos un conocimiento real del mercado de alquiler y damos por buenos los publicados por portales inmobiliarios privados. Sin dicho conocimiento corremos el riesgo de que una regulación reduzca el parque de viviendas de alquiler residenciales con el consecuente aumento de precios.

¿Qué camino podemos coger para lograr ciudades inteligentes y sostenibles? ¿Qué tecnología se podría implementar?

Debemos intentar reducir nuestra huella de carbono apostando por el consumo de productos locales y promocionar iniciativas como los huertos urbanos en los barrios como forma de ganar espacios verdes dentro de la propia ciudad. A nivel institucional la principal apuesta debería ser la transformación de nuestras ciudades en lo que denominamos ciudades inteligentes (smart cities). Así, por ejemplo, la tecnología actual nos permite sensorizar toda una ciudad y utilizar los datos que se obtienen a partir de dichos sensores para predecir atascos, identificar zonas de gran tráfico de personas, reducir el consumo de agua de riego de los jardines, consultar los niveles de contaminación en tu barrio, etc. En este sentido, la Facultad de Informática de la Universidad de Murcia cuenta con investigadores de reconocido prestigio que colaboran activamente con el Ayuntamiento de Murcia desde hace ya varios años.

¿Las administraciones están llevando a cabo las políticas correctas para lograr entornos sostenibles? Tanto en las zonas rurales como en la ciudad.

En mi opinión estamos en el camino adecuado aunque, por supuesto, queda mucho por hacer. Se prevé que en 2050 dos tercios de la población mundial vivirá en las ciudades pero creo que iniciativas encaminadas a proporcionar a los zonas rurales una buena conectividad y dar ayudas para la transformación digital de pequeños negocios para introducirse en el comercio electrónico puede incentivar a la gente joven a emprender y buscar una nueva manera de vivir lejos de los núcleos urbanos y, por otro lado, a hacer resurgir pueblos que estaban condenados a desaparecer. Además, el incentivar que las explotaciones agrícolas cercanas a las ciudades sean las que surtan a sus ciudadanos puede ayudar a reducir el tráfico derivado del transporte de mercancías de larga distancia, descongestionando las ciudades, reduciendo las emisiones de carbono y mejorando la calidad de vida de los ciudadanos.

En la Región de Murcia, ¿qué queda por hacer para lograr un modelo de desarrollo urbano sostenible?

Creo que la clave estaría en la palabra ‘integración’. Integración de la ciudad con el ciudadano, para que éste perciba su ciudad como vivible y amigable, porque conoce sus servicios y sabe que éstos se adaptan a sus necesidades; integración de lo rural con lo urbano, que no se den la espalda, para que los pueblos no se vacíen y que las ciudades no se llenen; para que las zonas rurales tengan todos los servicios y así resultar más atractivos para vivir y que los productos que se obtienen en ellas surtan a los núcleos urbanos cercanos; integración entre las diferentes administraciones, todas alineadas en los mismos objetivos de desarrollo sostenible, y ya, en un aspecto más técnico, integración de los sistemas de información, infraestructura de internet de las cosas, datos recogidos de esta infraestructura para, con ayuda de la tecnología, hacer que las ciudades sean más eficientes energéticamente, más cómodas y más amables.

Hay una charla que llama la atención este mes: ‘¿Cuánto CO2 cuesta cada asignatura que curso?’ Le traslado esa pregunta.

En primer lugar hay que ser consciente de dicha huella. En este sentido la Facultad de Informática, en colaboración con el Vicerrectorado de Responsabilidad Social y Transparencia, quiere iniciar un proyecto piloto de medición de la huella de carbono del centro y firmar un compromiso de reducción de dicha huella mediante la aplicación de diferentes tecnologías. A modo de ejemplo, es relativamente sencillo saber mediante el móvil que llevamos cada uno de nosotros cuántas personas hay en un aula y programar el aire acondicionado para que mantenga una temperatura confortable en función del número de personas con una reducción significativa del consumo eléctrico.

¿Qué papel puede jugar la Inteligencia Artificial en todos estos temas de los que habla el ODSesiones de este mes?.

Siguiendo con el ejemplo anterior, imaginemos que guardamos la información sobre el número de personas que hay en cada aula del centro a lo largo de semanas y meses. Una vez que tenemos dicha información, podemos utilizar la Inteligencia Artificial para que aprenda a partir esos datos y decida de forma autónoma cuándo encender o apagar el aire acondicionado. Por ejemplo, el sistema aprendería, sin que sea necesario que nosotros se lo digamos, que puede apagar el aire acondicionado un poco antes de que termine la última clase de la mañana o de la tarde sin afectar al confor de los estudiantes o que hay que encenderlo un poco antes de que empiecen las clases si en el exterior ya hace mucho calor. Ya si salimos al exterior, el despliegue de una infraestructura de Internet de las cosas, IoT, permite recoger una gran cantidad de datos que, fusionados con información heterogénea cómo la hora y día de la semana, si es fiesta o es jueves de mercado, si los niños tienen colegio o no, etc, y mediante algoritmos de Inteligencia Artificial pueden aprender de la interacción de los ciudadanos con el entorno urbano y detectar patrones para desarrollar sistemas al servicio de éste como, por ejemplo, sistemas que le ayudan a encontrar aparcamiento o a determinar cuál es la mejor ruta para moverse por la ciudad en un determinado momento.

En cuanto a la movilidad y la accesibilidad de personas con discapacidad. ¿Qué retos quedan por afrontar?

Creo que lo más importante es que las personas con movilidad limitada o algún tipo de discapacidad tengan a su alcance la información justa y necesaria para realizar sus actividades en la ciudad o en el entorno donde necesiten moverse. Si una persona que necesita silla de ruedas supiera de antemano con qué barreras arquitectónicas se va a encontrar a la hora de hacer sus moverse por la ciudad, ya sea para realizar su trabajo, recados, o actividades de ocio, su calidad de vida mejoraría muchísimo. Creo que es fundamental poder integrar los sistemas de información al ciudadano de todos los ayuntamientos para proporcionar a cada ciudadano la información que necesita en el momento que la requiere sin sobrecargarle de información innecesaria o duplicada.

¿Cómo se puede reducir el impacto ambiental negativo en las ciudades?

Desde el punto de vista urbanístico habría que aumentar los espacios verdes, verdaderos pulmones de una ciudad, y promocionar una movilidad sostenible basada en un transporte público eficaz y una reducción del tráfico de vehículos privados mediante la creación de aparcamientos disuasorios a las afueras de las ciudades y una apuesta por la peatonalización de las calles y la creación de carriles bici. Otro aspecto imporante es el de la gestión de residuos. Hay que apostar por la recuperación de los materiales que hoy se convierten en basura a través de medidas que impulsen las tres erres: reducción, reutilización y reciclaje. Además, la parte orgánica de nuestras basuras debería separarse del resto para ser recuperada a través de un impulso al compostaje. En este sentido, varias comunidades autónomas como Euskadi, Navarra, Cataluña o Madrid ya han empezado a implantar el contenedor marrón de residuos orgánicos.

¿El planteamiento de las ciudades hoy en día ha quitado muchos espacios públicos y verdes al peatón?

Es verdad que el diseño actual de las ciudades se hizo pensando más en los coches que en el peatón. Por suerte, en los últimos años esta situación se está revirtiendo y se empieza a apostar por la peatonalización del centro de las ciudades. Bilbao, con un 20% de calles peatonales es ahora el referente en España. También me gustaría destacar por su interés el concepto de ‘superisla’ o ‘supermanzana’ promovido por el ayuntamiento de Barcelona, donde se agrupan nueve manzanas en las que el tráfico queda restringido a las calles circundantes, de modo que un gran número de calles quedan libres para la circulación de peatones y ciclistas.