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Los cementerios de toda España se llenan hoy, Día de Todos los Santos, de millones de personas que acuden para poder cumplir con una tradición secular, llevar flores a sus seres queridos que ya no están y rezar por sus almas. Es una fecha especial para ir en familia a los camposantos, donde se llevan a cabo homenajes de carácter religioso y con una carga de emotividad que adquieren todavía una mayor solemnidad cada 1 de noviembre.

Sin embargo, un trance que en la mayoría de los casos se antoja cargado de emociones, deberá este año contar con la mayor de las precauciones. La pandemia de la covid-19 ha provocado, como es obvio, que la reunión de miles de personas en los cementerios se efectúe este año de forma escalonada y respetando estrictas medidas de seguridad que preserven la salud de todos los visitantes.

En todo caso, esta situación excepcional no evita que se cumpla con una tradición centenaria. Para encontrar el origen de esta celebración hay que remontarse a la antigüedad, cuando las personas fallecidas se ponían durante varios días a exposición de todos con el objetivo de que fueran velados.

El transcurso de los años trajo consigo la evolución de este tipo de costumbres tan extendidas, si bien la de llevar flores a los difuntos no solo se mantuvo, sino que se afianzó tanto durante el tiempo de vela y entierro como en días concretos como el 1 de noviembre que hoy se conmemora. Esta tradición se ha mantenido a lo largo de los siglos. Así se volverá a demostrar a lo largo de una jornada festiva que será testigo de las muestras de cariño de miles de personas.