Con una situación de «exceso de gasto y déficit de ingresos», la Universidad de Murcia comienza el curso celebrando que todos los protocolos han funcionado y reconociendo que, aunque mantienen un modelo de semipresencialidad, todo puede cambiar si la pandemia se agrava. El rector Luján garantiza a todos los estudiantes una oferta de prácticas acorde a los planes de estudios y una cobertura económica si la pandemia les golpea.

El curso 2020/2021 cumple un mes desde su inicio. ¿Cómo ha arrancado la UMU

Hemos conseguido arrancar el curso en una situación enormemente complicada. Creo que acertamos retrasando el inicio de curso, y acertamos haciendo un esfuerzo enorme al intentar poner la máxima presencialidad posible. Estamos mucho mejor preparados para ir tomando las decisiones sobre lo que tenemos que adaptar en función de las circunstancias. No tenemos constancia de contagios internos, los protocolos han funcionado, la limpieza y el distanciamiento social también. Lo que vaya a ocurrir no lo sabemos pero de aquí hacia atrás es positivo teniendo en cuenta que tenemos más de 30.000 estudiantes.

El consejero de Universidades, Miguel Motas, pidió la semana pasada al Ministerio un criterio común a la hora de cambiar el modelo de enseñanza, por si hiciera falta volver a casa.

La intervención del consejero Motas iba en la necesidad de coordinarnos al máximo nivel posible tanto el Estado, las comunidades como las universidades respetando las competencias y la autonomía universitaria. Pasar todo online o no o mantener la parte teórica vía telemática y la práctica presencial queda bien como idea de síntesis pero luego hay que llevar esos escenarios a cada concreta singularidad de cada uno de nuestros centros y de cada uno de nuestros títulos. Tenemos tantos planes de contingencia como títulos. El nivel inmediato de decisión es de la junta de facultad. La clave es que haya una muy buena relación entre las decisiones de nivel superior y niveles de facultad.

¿Estos planes de contingencia están sujetos a modificaciones?

Los planes de contingencia llevaban los tres escenarios. Escenario de presencialidad, que se veía bastante utópico, un escenario de semipresencialidad y otro online. En el escenario de presencialidad reducida y segura tratábamos de preservar el valor enorme que para nosotros tiene la presencialidad porque la UMU es una universidad presencial. La docencia confinada en el segundo cuatrimestre el pasado curso nos ha hecho ver varias cosas. Una es que de alguna manera estábamos preparados para hacer frente a una exigencia de ese tipo, que los servicios de tecnología de la información y la comunicación habían hecho un trabajo de aquí hacia atrás. Ahora se abren dos escenarios: tomar la decisión de pasar todo online o seguir apurando las posibilidades de ese modelo semipresencial, en su caso haciendo si fuera necesario algún ajuste en algún grado o en algún centro. La decisión de pasar a una enseñanza online vendría dada por un empeoramiento de la situación en la que estamos y seguido de alguna decisión de la autoridad gubernativa competente, autonómica o estatal. Nuestra idea es seguir en el modelo actual, pero si hay alguna actividad que se configuró como presencial y ahora creemos que no es esencial que siga presencial y podemos pasarla a online, se hará. No vale generalizar, cada centro es un mundo.

¿Preocupa la reducción en la oferta de prácticas curriculares por la pandemia?

Se está haciendo un esfuerzo enorme para garantizar el máximo posible de prácticas para los estudiantes, pero la realidad es tozuda. Hay empresas que están en ERTE directamente, y nosotros tenemos muchas menos empresas para hacer prácticas, y hay empresas que están abiertas pero tienen el temor de la incorporación de estudiantes en un contexto como este. Pese a esto, tenemos garantizado el estándar mínimo necesario de prácticas en relación con lo que exigen los planes de estudio.

En medio de esta vorágine han estado las prácticas de los estudiantes de los grados de Salud y Educación.

La Facultad de Educación ha hecho un muy buen trabajo y se han conseguido asegurar estas prácticas manteniendo una relación muy buena con la Consejería de Educación y la propia Facultad. En el caso de las prácticas de Ciencias de la Salud, una vez que están resueltas me apena un poco el revuelo que generaron y la impaciencia que se transmitió porque supuso para la UMU un esfuerzo muy difícil. Conocíamos cómo estaba el sistema sanitario de la Región y no se trataba de imponerlas, sino de encontrar el punto justo de equilibrio. Agradezco la voluntad que tuvo el SMS y el consejero Villegas de resolver este asunto y la paciencia de los estudiantes y de los decanatos de Medicina y Enfermería.

¿Le sentó mal la decisión del SMS?

La primera decisión sí, siempre lo dije, me sentó mal, pero en mitad de una pandemia y con los fallecimientos que hay, entendí que en el rango de preocupaciones del SMS no estuvieran entre las primeras las prácticas clínicas. La decisión inicial fue un intento de proteger la estabilidad del sistema sanitario pero sí me hubiera gustado debatirlo.

¿Cómo ha afectado la pandemia a los ingresos y gastos de la UMU?

La situación actual nuestra tiene que ver con el exceso de gasto y el déficit de ingresos. En esto último, tenemos ingresos regulares que no llegan a la universidad como el alquiler de nuestros espacios, por el que ingresamos entre 2 y 3 millones de euros al año. En transferencia a las empresas, si se paraliza la actividad económica, tenemos menos ingresos. Con la oferta de estudios, aunque en estudios oficiales tenemos una demanda rígida, las plazas que ofertamos se cubren, en estudios de propios que ofrece la universidad estamos teniendo un descenso importante. En la parte contraria tenemos medidas que necesitábamos implementar para que el segundo cuatrimestre fuera bien, como por ejemplo la de comprar licencias para las herramientas de videoconferencias, dispositivos para PAS, PDI y estudiantes afectados por la brecha digital, préstamo de ordenadores, limpieza, material de higiene... El balance que vamos haciendo puede estar muy por encima de los 15 millones dentro de un año y medio. Para paliar esta situación hemos recibido 6,5 millones de los fondos covid del Estado para educación. Ese dinero es con el que podemos cubrir gastos que empezamos a hacer el 14 de marzo. El dinero aún no nos ha llegado pero sabemos que lo tenemos para hacer frente a unos gastos que tienen que ser objeto de atención de los fondos garantizados por el Estado y el Gobierno regional.

¿Cómo entra en todo esto el nuevo plan plurianual de financiación?

Lo que dijo el consejero Motas en la última reunión del Consejo Interuniversitario de la Región, y yo también lo creo, era que de cara al ejercicio que viene no nos da tiempo a entrar en un nuevo plan plurianual ni las circunstancias van a ser las mismas. Creo que el Presupuesto regional del 2021 tiene que ser uno que esté hecho en función de las necesidades de las universidades publicas por su trabajo más ordinario y sumado a la afectación que hayan podido sufrir de la covid, e incluso hay que hacerlo sin tener en cuenta que vaya a haber o no un nuevo fondo covid del estado para el próximo año como anunció el consejero. Hay que hacer un presupuesto realista, y añadir lo que las nuevas circunstancias exigen para el funcionamiento de una institución como esta.

¿Plantearía una revisión de la política de precios públicos universitarios?

La decisión de bajar los precios públicos, si no es compensada con fondos del Estado o regionales, crea un problema, porque el presupuesto de la Universidad está ajustado. Hay comunidades que han tomado decisiones de ese tipo pero no están compensando a las universidades, y estas instituciones están en números rojos y funcionan a crédito. No quiero que la UMU acabe así. Tenemos que ver cómo se presenta en un presupuesto. Se puede hacer demagogia a veces con determinadas cosas en las que a veces solo se muestra una parte de un problema complejo. Yo reivindico que antes que hacer una reducción del precio de los grados, que puede ser necesario, se debe mejorar la política de becas y ayudas al estudio para que quien lo merezca y lo necesita puede estudiar, porque si al final reduces la parte que paga el estudiante se incrementa la parte que paga la Administración pública.

Otro problema es el alto precio de los másteres.

El precio de estos posgrados es un cuello de botella, porque se subió en 2011 y es difícil bajarlo y se mantiene la diferencia entre el precio del grado y del máster. Esa diferencia produce un efecto de rechazo a la continuidad de la formación universitaria. Hay muchos estudiantes que terminan sus grados y se ven incapaces de dar el salto económico de estudiar un máster y acaban abandonando. Siempre he postulado que el precio de los másteres sea similar al que tienen los grados.

¿La Formación Profesional le está quitando alumnos

Lo normal sería el tránsito de un grado a un máster. Hay que apurar todos los medios para garantizar eso. Si el posgrado es un FP superior, en algún momento del camino nos estamos equivocando.

¿Ningún estudiante se ha quedado atrás?

Todas las peticiones que hemos tenido en el proyecto solidario de recaudación de fondos 'Ningún Estudiante Atrás' las hemos cubierto, más de 300 solicitudes. En el presupuesto de este año doblamos las becas y ayudas al estudio porque creemos que ninguna persona por motivos económicos se deba quedar fuera del sistema. Luego hay otras cuestiones que no son diferenciadoras. La disminución de 15 euros en la tasa de expedición de un título es escasamente diferenciadora, se puede hacer, se hizo, pero no resuelve la vida a nadie. No lo considero una medida social. Soy consciente de que hay pequeñas demandas que por el eslogan pueden tener recorrido, pero cuando uno las analiza friamente no las veo.

Era una de las principales reivindicaciones del Consejo de Estudiantes, que dimitió en julio. ¿Sigue hablando con ellos?

Sigo hablando con ellos. La interlocución la tiene principalmente la vicerrectora de Estudiantes, pero yo sigo teniendo buena relación. Después de la dimisión han seguido funcionando con normalidad y no ha tenido ninguna consecuencia práctica al menos que yo haya visto.

¿Tiene pensado presentarse a la reelección como rector en 2022?

Eso no me ha ocupado ni una milésima de segundo. Necesito dedicar todo mi esfuerzo a seguir proyectando una universidad en la que creíamos cuando nos presentamos a las elecciones.