«Vivimos meses de esfuerzo y no es momento de relajar medidas. Solo unidos venceremos al virus. La conducta de grupos minoritarios es inaceptable».

Así se expresaba esta mañana el ministro de Sanidad, Salvador Illa, a propósito de los disturbios vividos anoche en distintas ciudades de España, entre ellas Cartagena y Murcia, protagonizados por grupos de vándalos que quemaron contenedores e hicieron destrozos en la vía pública.

«Mi apoyo a alcaldes, comunidades, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, profesionales sanitarios y ciudadanía por hacer frente, desde sus responsabilidades, a la covid», añadía el ministro.

Por su parte, el vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha culpado a la ultraderecha de las protestas violentas contra las restricciones del coronavirus y ha comparado los incidentes con la «estrategia de la tensión» de Italia.

A lo largo de la mañana, personas de extrema derecha han atribuido los disturbios a «la extrema izquierda» y viceversa. La gran mayoría de ciudadanos condena la violencia, aunque algunos pueden llegar a entender las protestas, poniendo el acento en los grandes problemas económicos que llegan a raíz de la pandemia.

El presidente de Vox Murcia, José Ángel Antelo, escribía en sus redes que desde su partido «condenamos todo tipo de acto violento» y apuntaba que su formación «apoya las protestas pacíficas y pide a la Policía que detenga a los delincuentes».

Además, indicaba: «Queremos desmentir que Hussain se haya afiliado a Vox. No está de acuerdo con nuestra política de deportaciones», en referencia al joven que robó una bicicleta en un saqueo en Barcelona y horas después intentó venderla en Wallapop.

Luis Gestoso, diputado de Vox por Murcia en el Congreso, iba más allá y decía: «A Hussein lo habríamos deportado a las pocas horas de llegar y jamás habría robado ni vandalizado nada en España».

Censura de los vecinos

Al grito de «libertad, libertad», volcaban un contenedor de vidrio, dejaban los cristales tirados por la carretera y seguían corriendo, por las calles de una ciudad vacía debido al toque de queda. Clamaban «arriba España» y los vecinos captaban desde sus casas, con sus teléfonos móviles, las escenas: bengalas, una intentona de barricada que se quedó en nada y, según palabras de los testigos, un grupo de «gilipollas» violentos.

Ciudadanos de la Región también mostraban hoy su desacuerdo con estas conductas. «Por si no tuviéramos bastante con lo que tenemos encima, cuatro idiotas tocando las narices», apuntaba una mujer, de nombre Maca. Otra, proponía, con ironía, tirar «desde los balcones cubos de agua con polvos de esos que lleva el spray anti personas», al tiempo que sentenciaba que estos violentos «sean de la ideología que sean, son vándalos».

Coincidían muchos murcianos hoy en sus redes sociales en que estas concentraciones «están promovidas por la extrema derecha». Otros sugerían: «Me da igual quién la líe, que venga el Ejército y se haga cargo».

«Esto es inconcebible. Vaya una sociedad que se ha creado de odio y vandalismo», lamentaba otra persona.

«Pues lo mismo lo del toque de queda tiene sentido y a esa hora hay algo en las calles que te vuelve subnormal profundo. Como a los de anoche. El virus de la imbecilidad. Para ese no hay cura ni vacuna», opina el laureado escritor Miguel Ángel Hernández.

Otro hombre, José, trataba de entender lo sucedido al apuntar que «la violencia nunca está justificada, pero, cuando las personas no tienen otra salida, de alguna manera hay que sobrevivir». «Si los gobiernos, sean del color que sean, no hacen su trabajo, el pueblo la única forma que tiene de demostrar su descontento son manifestaciones y el desorden público, porque las manifestaciones les da igual», subrayaba. «De hambre siempre te mueres y por el virus está claro que la mortalidad es muchísimo menor», indicaba José.