Tanto las restricciones regionales como las impuestas por el Ayuntamiento de Cartagena para frenar la segunda ola de la covid-19, han provocado que los habitantes de la ciudad portuaria cambien sus planes habituales del fin de semana, como salir al casco histórico de la ciudad o acudir al centro comercial, por actividades al aire libre. Los montes de Cartagena están llenos de grupos de amigos y de familias que, ante la imposibilidad de llevar a sus pequeños al parque, o reservar mesa más tarde de las 22.30 horas, se enfundan el chándal para disfrutar de una jornada senderista y ver el mar desde las alturas. La gran variedad de fortalezas y baterías militares con las que cuenta la ciudad, hacen que muchos curiosos aprovechen para visitar estos históricos inmuebles tras alcanzar la cima.

Es el caso de Galeras, Atalaya o San Julián, que cuentan con castillos militares de principios del siglo XX con un alto valor histórico y patrimonial, desde los que se puede tomar el almuerzo en grupo y al aire libre sin incumplir las medidas de seguridad o incluso divisar la puesta de sol. Son muchos los que también se decantan por dar un paseo o hacer footing en el entorno de los faros -rojo y verde- que se ha convertido durante los últimos meses en punto de encuentro para deportistas.

Valle Perdido en Murcia

Tras el cierre de fronteras entre comunidades y municipios, y en pleno puente de Todos los Santos, uno de los espacios recreativos al aire libre que más preocupaba por su capacidad de generar aglomeraciones era el Valle Perdido, una de las áreas más visitadas del parque regional de El Valle-Carrascoy. Este pulmón verde de la Región ha estado concitando durante los últimos fines de semana a multitud de jóvenes y familias que han estado acudiendo en masa para hacer uso de las pistas deportivas, hacer senderismo, bicicleta, diversas excursiones u organizar comidas campestres.

En esta ocasión, tras el nuevo estado de alarma, la afluencia ha sido significativamente menor, aunque muchos de los grupos diseminados por las laderas que rodeaban ayer al mediodía las pistas y las terrazas de El Quiosco superaban el límite de seis personas en espacios públicos; Murcia es una de las comunidades más restrictrivas en este sentido al haber limitado este tipo de reuniones a seis participantes si estos no son convivientes. Esta situación contrastaba con el acatamiento de la normativa dentro de la terraza del bar-restaurante, sólo unos metros más allá.