El ahorro siempre ha sido una tarea pendiente en una sociedad en la que el consumismo ha ido ganando fuerza con el paso de los años. El objetivo a largo plazo que con ilusión todos nos marcamos de disfrutar nuestra vejez y mantener un estilo de vida saludable conlleva un proceso de planificación previo sobre el que sustentar las bases de esa estabilidad.

La situación actual, en la que la economía comienza a dar síntomas de las nefastas consecuencias de la crisis ocasionada por la pandemia del coronavirus, se ve apoyada por el aumento de la esperanza de vida de la población a nivel general para concienciar cada vez más a la sociedad de la necesidad de establecer una estrategia de ahorro a nivel individual para encarar el futuro con algo más de tranquilidad.

Aprender a economizar se ha convertido prácticamente en una obligación en estos tiempos que corren. Ya no basta con reservar una parte de nuestros ingresos anuales para darnos un capricho o disfrutar de unas merecidas vacaciones. El contexto actual ha supuesto un durísimo golpe a la economía global que, aunque obliga a buscar medidas de recuperación de carácter inmediato, nubla aún más los planes de futuro post jubilación de cada uno.

A esta necesaria búsqueda de un apoyo económico para cuando el mercado laboral quede fuera de nuestro día a día, hay que añadir un factor que, si bien a todas luces se trata de una buena noticia, también hace más fuerte la importancia del ahorro para el futuro: el aumento de la esperanza de vida. Hace apenas 60 años, la media de esperanza de vida rondaba los 53 años a nivel mundial, mientras que a día de hoy ya alcanza los 73. Vivimos más, pero nos tenemos que asegurar por disfrutar ese tiempo con estabilidad y en las mejores condiciones.

Por ello toma entonces una importancia capital el llamado ahorro a largo plazo, que se basa en el resguardo de una parte de los ingresos obtenidos en el presente para poder utilizarlos en el futuro. Las consideraciones a tener en cuenta a la hora de iniciar un proceso de ahorro a largo plazo de pueden tomarse a la ligera. Economizar sin llegar a comprometer el consumo actual, la moneda a elegir para mantener esos ahorros y las distintas opciones que se abren a la hora de optar por el ahorro a largo plazo son algunos de los aspectos a elegir llegado el momento.

Plan de pensiones

Se trata de uno de los productos de ahorro a largo plazo más extendidos y populares a la hora de planificar el retiro que supone la jubilación. Supervisados por la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, para controlar su solvencia y funcionamiento, se encargan de invertir el dinero del ahorrador a través de un propio fondo de pensiones.

Distinto al plan de jubilación (este consiste en un seguro orientado al ahorro, el plan de pensiones se presenta como un complemento al sistema de pensión pública del Estado. El turbio panorama que se dislumbra con respecto al sistema público no hace más que dar fuerza a la idea de planificar la jubilación con el apoyo de otras fuentes de ingreso, y ahí es donde hace su entrada el plan de pensiones, presentándose como una fórmula para completar la pensión pública a expensas de lo que el futuro pueda deparar.

La capacidad de mantener el poder adquisitivo tras la jubilación es algo cada vez más buscado por los españoles, y una muestra clara es que aproximadamente el 20% de la población del país (9,5 millones de personas), cuentan con un plan de pensiones.

La flexibilidad, la seguridad y la gestión profesional que acompaña a estos productos de ahorro a largo plazo son algunos de los factores que acompañan a los planes de pensiones y animan con el paso del tiempo a más gente a mirar un poco más allá del día a día.