La Región de Murcia ha amanecido este viernes confinada, tanto a nivel autonómico como en todos sus municipios, una situación que vecinos, comerciantes, hosteleros y empresarios viven con resignación y aceptación, pero también con ciertas dosis de dudas y críticas por la difícil situación que las nuevas restricciones supondrán para la economía.

Como en la mayoría del país, desde esta media noche los murcianos no pueden salir de la comunidad y tampoco de su municipio de residencialos murcianos no pueden salir de la comunidad y tampoco de su municipio de residencia, pero a primera hora de la mañana muchos todavía no tenían clara la medida, como Hortensia R., de 53 años, que confiaba en poder desplazarse de Murcia capital a la costa esta tarde, al terminar su jornada laboral, convencida de que las restricciones entraban en vigor la noche del viernes al sábado.

La ciudad de Murcia es la única de la región que tiene fiesta el lunes 2 de noviembre fiesta el lunes 2 de noviembrey, como ella, muchos vecinos tenían previsto aprovechar para trasladarse a sus segundas residencias de playa, narra Cristina A., que pensaba aprovechar las buenas temperaturas de las que todavía se disfrutan para pasar los próximos días en su casa de Águilas con sus hijos de 4 y 8 años.

A ella no le ha pillado por sorpresa porque, asegura, ya se esperaba que esta situación llegaría, así que cambiará sus planes por paseos en bici por los carriles de la huerta de la capital regional.

Y es que los vecinos de Murcia tendrán libertad de desplazamiento por los casi 900 kilómetros cuadrados que ocupa su término municipal, dividido en 67 barrios y pedanías.

Esa disposición geográfica, reconocía en rueda de prensa la portavoz del Ayuntamiento, Rebeca Pérez, hace especialmente difícil el control de las restricciones, que se lleva planificando desde hace una semana en previsión de que se tomara esta medida, y son muchos los que no están seguros de qué está permitido y qué no en un municipio de esas dimensiones.

Mara P., que vive en la pedanía de El Palmar y regenta un estanco en el casco urbano de Murcia, desconocía esta mañana si necesitaba o no un justificante para hacer el camino de su casa al trabajo. En su caso, no es preciso, ya que El Palmar forma parte del término municipal de Murcia y, por tanto, la movilidad entre ambos núcleos es libre, según recordaba Pérez.

En situación parecida están los vecinos de Cartagena, con una extensión de 560 kilómetros cuadrados y más de una veintena de barrios y diputaciones. Pueden circular libremente por todo el término, lo que incluye que podrán pasar estos días, por ejemplo, en las localidades costeras de Cabo de Palos y La Manga del Mar Menor.

En este último caso, se vive una situación especialmente peculiar: de los 20 kilómetros que forman La Manga, unos 5 pertenecen al municipio de Cartagena y el resto, al de San Javier.

Los vecinos, asegura Antonio Plaza, de la Asociación de Comerciantes y Empresarios de La Manga, están "confinados triplemente" y explica con una mezcla de humor e indignación las paradojas a las que se enfrentan desde hoy, ya que, por ejemplo, todos los bancos de La Manga están en territorio de Cartagena, al igual que el centro comercial, mientras que el consultorio médico está en el término de San Javier.

Los alcaldes de ambas ciudades, Ana Belén Castejón y José Miguel Luengo, respectivamente, han hecho un llamamiento al gobierno autonómico para que tenga en cuenta la excepcional situación de este núcleo de población y faciliten, dentro de las limitaciones actuales, la vida a sus vecinos.

No obstante, Plaza lamenta que la economía de la zona se verá gravemente afectada por los confinamientos perimetrales, ya que muchos de los negocios locales solo abren los fines de semana, para la llegada de visitantes.

Entre los más afectados por la situación destacan los hoteles, que han visto cancelar todas las reservas que tenían de un día para otro, como explica la presidenta de la Asociación de Alojamientos Turísticos de la Costa Cálida (Hostetur), Soledad Díaz.

La responsable de Hostetur apunta que la ocupación media prevista en toda la costa murciana para los próximos días era del 40%, a pesar de las complicadas circunstancias y de que el puente de Los Santos no es una fecha fuerte para los destinos de playa.

Mucha más incidencia ha tenido la caída en el turismo rural, con reservas en torno al 70 por ciento de cara a este puente, el de diciembre y las navidades, que han sido anuladas en su totalidad, apunta Jesús Jiménez, presidente de la Federación Regional de Empresarios de Hostelería y Turismo (Hostemur).

En su opinión, "un hotel deja de tener sentido cuando no hay movilidad", por lo que son los grandes perjudicados de esta situación junto con bares y restaurantes, en una delicadísima situación desde marzo que se ha agravado con el toque de queda y ha supuesto ya el cierre de en torno al 12% de esos negocios en la región, ha dicho.

Con las limitaciones horarias recortadas hasta las 23:00 horas por el toque de queda y los aforos en interiores al 30 por ciento, solo queda tirar de las terrazas en un momento en que "solo se aprovechan ya al medio día, porque en cuanto se hace de noche refresca, y ya no apetece", relata Manuel M., camarero en un bar del centro de Murcia.

Pero recuerda que lo tienen aún más complicado los negocios de los diez municipios con limitaciones especiales por la alta incidencia del virus (Abanilla, Archena, Beniel, Bullas, Ceutí, Cieza, Fortuna, Lorquí, Torre Pacheco y Totana), y en los que no se puede prestar servicio en los interiores.

Juanjo M., dueño de un bar en Archena, lamenta que, desde marzo, ha tenido que despedir a 10 de los 12 trabajadores con los que contaba al ir aumentando las restricciones. Ahora, solo con el servicio de terraza, asegura que su facturación es el 15% de lo que era en 2019 por estas fechas. "Esperaré para ver si salvo la campaña de Navidad y, si no, tendré que cerrar en enero", lamenta.