­El término huella hídrica se oye y utiliza cada vez con mayor asiduidad, aunque realmente se trata de un indicador de creación reciente. Fue en 2002, hace 16 años, cuando el profesor Arjen Y. Hoekstra, del Instituto para la Educación del Agua de la Unesco, creó este índice, que se define como el volumen total de agua dulce usado para producir los bienes y servicios que consume un individuo o comunidad.

Así, la huella hídrica es un indicador de uso de agua que tiene en cuenta tanto el uso directo como indirecto por parte de un consumidor o productor y, gracias a él, se puede conocer la situación de consumo o afectación de los recursos hídricos y, además, desarrollar estrategias que permitan su optimización y la reducción de los impactos ambientales asociados.

La elaboración de cualquier producto de consumo, hasta los más cotidianos, implica la utilización de agua en un grado mucho mayor a la que imaginamos. Lo que comemos durante un día, la ropa que usamos o los productos con los que nos mantenemos en contacto con otras personas requieren agua en una cantidad distinta, según el producto o bien, para su creación o producción.

De hecho, el agua que una persona utiliza en su vida diaria, es decir, mientras se lava las manos, friega los platos o se ducha, representa solo el 4% del total que consume. El restante 96%, es el agua que ha sido utilizada en el proceso de elaboración de los diferentes productos y desarrollo de servicios.

De este modo, para calcular la huella hídrica de un proyecto o un bien se ponderan tres tipos distintos de agua (la azul, la verde y la gris):

  • El agua azul incluye los recursos hídricos dulces que hacen falta para fabricar un producto o prestar un servicio. Es el volumen de agua dulce consumida de las aguas superficiales (ríos, lagos y embalses) y subterráneas (acuíferos).
  • El agua verde atiende a la evaporación que se experimenta durante los procesos, el volumen de agua evaporada y transpirada desde los recursos globales (principalmente, agua de lluvia almacenada en el suelo agrícola en forma de humedad durante el periodo de crecimiento de los cultivos).
  • El agua gris se refiere al agua que se contamina como resultado de los procesos. Así, este volumen se suele estimar como la cantidad de agua que es necesaria para diluir los contaminantes de forma que se mantengan o superen los niveles de calidad del agua, exigida por la normativa vigente.

Por otro lado, se puede además distinguir entre la huella hídrica directa (uso de agua por parte del productor para la producción, fabricación o las actividades de mantenimiento) y la huella hídrica indirecta (el uso del agua en la cadena de distribución del productor).

Cálculo del valor de la huella hídrica

El valor final de la huella hídrica se calcula de diversas maneras dependiendo de la metodología que se emplee. Así, puede ser la suma de los tres tipos de agua (azul, verde y gris) o la suma de la huella hídrica directa más la huella hídrica indirecta. Dependiendo del sector de actividad o el individuo o comunidad al que se refiera el cálculo de la huella hídrica, se emplean distintas unidades (litros o metros cúbicos por unidad de producto).

La novedad que incluye la huella hídrica respecto a otras metodologías para contabilizar el agua es la medida de la misma a lo largo de la cadena de producción y la introducción del cálculo del agua gris y verde. Para unificar todos los cálculos, la Organización Internacional para la Estandarización ha diseñado una norma técnica de aplicación universal.

La huella hídrica de un producto se calcula para conocer cuánta agua ha sido empleada en toda su cadena de fabricación. Para calcular la huella hídrica de un producto, se requiere revisar las huellas hídricas parciales de cada eslabón, se debe investigar los procesos productivos concretos, lo que complica el ejercicio de evaluación de la huella hídrica muy complejo.

Así, es frecuente que sean las propias empresas las que calculen su huella hídrica, tanto para disminuir su consumo del recurso y aumentar su eficiencia, como para conocer su impacto ambiental, minimizarlo y compensarlo con actuaciones concretas.

El interés por la huella hídrica se origina en el reconocimiento de que el impacto humano en los sistemas hídricos. En este sentido, el consumo humano y la escasez o contaminación del agua pueden ser mejor entendidos y gestionados considerando la producción y las cadenas de distribución. Es así como la huella hídrica está ayudando a crear conciencia sobre el impacto que nuestra actual forma de vida, los productos que consumimos y las formas de producción tienen sobre los recursos hídricos.

Además, este indicador tiene en cuenta que una parte de nuestra huella hídrica puede no producirse donde vivimos, ni siquiera en nuestro propio país, aportando un punto de vista diferente para entender mejor las interrelaciones entre los países, sus habitantes y formas de vida, y los recursos hídricos del planeta.