A los okupas de la Región les delata la realidad de que no son discretos. Según explican policías que trabajan en la comunidad, en la mayoría de las ocasiones son los propios vecinos los que dan la voz de alarma, cuando el dueño de la casa (el banco, principalmente) no tiene conocimiento de nada.

De hecho, sostienen los agentes que muchos okupas pasarían desapercibidos si no hiciesen tanto ruido y molestasen a las personas que viven cerca. En algunas zonas ya se están organizando movimientos vecinales, que se comunican y salen a la calle, cacerola en mano, para protestar. Porque «a esta gente no les molesta que se okupe una vivienda que no es suya: les molesta el jaleo y los malos hábitos que, muchas veces, tienen (los okupas)», comentan las citadas fuentes policiales.

Quienes saben que hay casas vacías en su vecindario también están atentos «si ven un movimiento sospechoso, como cambiar un bombín, llamar a la Policía». De este modo se abortan ocupaciones, especialmente en zonas del litoral.