Esta vecina de Cieza y su marido viven una situación por la que pasan muchos padres hoy en día. Uno de los dos, en este caso ella, no puede ser ama de casa por motivos económicos y se ve obligada a trabajar a media jornada para poder cuidar a sus hijos sin dejar de ingresar dinero en el hogar. Visi Gil trabaja como peluquera cuatro horas al día y el resto del tiempo lo dedica a sus hijos- una niña de 11 años y un niño de 7- y al hogar. «Durante el día voy como un robot, hago las cosas de manera mecánica desde que me levanto hasta que me acuesto», relata la mujer de 43 años. Hasta que los pequeños de la casa no se acuestan, ella no para, al igual que su pareja: «Nos ayudamos mutuamente, él hace lo mismo que yo. El primero que llegue a la casa se pone hacer cosas». Trabajando ambos, para lograr que los hijos estén atendidos fuera de las horas escolares, recurren a una figura que para Visi «ahora es fundamental» y «merece un monumento», la de los abuelos. Cuando su hijo tenía apenas tres meses la de Cieza tuvo que ponerse a trabajar y para que eso fuera posible el apoyo de sus padres fue clave. «Prácticamente todo el mundo tiene que recurrir a los abuelos, a la fuerza, si no a ver qué haces», expresa, y añade que en su caso «no puede meter a ningún cuidador en su hogar porque entonces lo que ingresamos se gasta en eso». La ciezana, que ve la labor diaria de su madre, ensalza la figura de las amas de casa, expecialmente de las que se dedican en exclusiva a ello, y lamenta que «estén poco reconocidas». «Mi madre lo ha sido toda su vida y ahora no cuenta con ninguna paga ni nada», apunta. Además, Visi señala un factor que este año ha agravado la odisea de las amas de casa: el coronavirus. Mantener la casa a salvo de la covid supone «un esfuerzo extra» porque «hay que desinfectar todo lo que entra en ella» y, en el caso de familias con hijos pequeños, «concienciarles de que deben ponerse mascarilla, guardar distancia de seguridad... más ahora que han empezado el colegio».