A media mañana del último miércoles de septiembre la plana mayor de mando que ocupa la Unidad Militar de Emergencias (UME) en la localidad valenciana de Bétera es un hervidero. Un ir y venir de soldados, en su mayoría hombres, que entran, salen y pululan por los pasillos de la base Jaime I, las instalaciones militares que desde 2005 acogen el III Batallón BIEM (la UME tiene cinco) de una de las iniciativas de la era Zapatero que más parabienes atesora.

Pese al revuelo, es un día normal. O anormal, según se mire teniendo en cuenta donde estamos. Hoy no hay ninguna emergencia. Al menos que se vea. De hecho, en el panel que preside el centro de operaciones donde aparecen desplegados los dominios territoriales de este batallón (la Comunidad Valenciana, Murcia y las Islas Baleares), no parpadea ninguna luz. Ni incendios, ni Danas... ningún motivo aparente de preocupación. Salvo el que no se ve, el que ha monopolizado la actividad de esta Unidad desde la pasada primavera y el que en estos momentos obliga a estar más alerta.

Gota frías, fuegos que arrasan montes...¿Son más fáciles de hacer frente que al covid?

Sin duda. Las Danas o los incendios los ves. Aunque los destrozos sean cuantiosos, están ahí. El covid no. Y todo lo que no se ve es complicado. De una Dana conoces sus efectos, cómo hacerles frente... es más fácil hacerle frente. Con el Covid primero hay que estudiar qué hace, cómo muta€ Pocas cosas hay más complejas que este virus.

¿Es lo más duro a lo que se ha enfrentado la UME?

Si, porque afecta a toda la población. Y porque tenemos que ir aprendiendo con él, adaptando procedimientos€ sin duda es lo más complejo a lo que nos hemos enfrentado mientras vemos cómo mueren nuestros compatriotas.

¿Cuál está siendo la aportación de la Unidad en esta crisis sanitaria?

Como parte de las Fuerzas Armadas, la UME está apoyando a las autoridades sanitarias en lo que se nos pide. No podemos ir más allá.

Se comenzó con desinfecciones y se ha continuado con los rastreos

Si, al principio fueron las desinfecciones en nudos estratégicos, como aeropuertos y estaciones, y todos los sitios que fueran servicios esenciales.

Y residencias de mayores.

Si, claro. Estuvimos en muchas, entre ellas la de Alcoy y una de Morella, que fueron de las más afectadas de la Comunidad.

¿Presenciaron situaciones tan dramáticas como de las que fue testigo la UME en otros puntos del país?

No, aquí por fortuna no se dieron estos casos a pesar de la carga de trabajo que había.

Y de ahí, también como punta de lanza, pasaron a los rastreos de los que ya han pasado el relevo.

Así es. La UME es la primera opción cuando se requiere el apoyo de las Fuerzas Armadas a las autoridades civiles, pero tenemos unas capacidades limitadas en el tiempo, además de que lamentablemente hay otras emergencias. Somos el embrión que pone en marcha ese apoyo y luego son nuestros compañeros del Ejército de Tierra, del Aire y de la Armada los que dan la continuidad, como está ocurriendo con los rastreos. Nosotros los empezamos el 25 de julio y ahora los están haciendo ellos.

¿No era un poco tarde?

Comenzamos cuando nos lo ordenaron, cuando se consideró que había que hacerlos. Primero fueron internos, en las Fuerzas Armadas, y después pusimos nuestra experiencia a disposición de las autoridades sanitarias para aplicarla al resto de la población.

¿Cómo se selecciona a los rastreadores?¿Se precisa unas capacidades especiales o basta con sentido común y empatía?

El modelo es un profesional que sabe cuál es su papel y en qué consiste la enfermedad. Para la formación de los rastreadores de las Fuerzas Armadas hay un curso de Defensa y, lo más importante, técnicas de comunicación. Se busca que no solo haga su trabajo de informar a alguien que ha estado en contacto con un positivo, sino que también traslade tranquilidad y que manifieste una clara empatía siendo consciente que al otro lado hay una persona que puede tener un problema.

¿Hacen falta conocimientos médicos?

No le damos tanta importancia a ese aspecto porque detrás de cada grupo de rastreadores hay personal facultativo. El rastreador es la persona que va a rellenar la encuesta epidemiológica que haya fijado la Comunidad para guiar a esa persona. Las dudas médicas las resuelven los sanitarios o se les remite al teléfono Covid.

¿A quiénes se llama?

Se llama a contactos estrechos de un positivo y en algunas ocasiones también a contagiados, pero que ya ha pasado por su médico, para que nos indiquen con quiénes ha estado y poder llamarles. Se les comunica que han estado con un positivo y se les informa de los síntomas para que, en caso de tenerlos, se pongan en contacto con su médico.

¿Hay receptividad?¿Se han dado casos de negarse a responder o de manifestar rechazo por el hecho de que les llame un militar?

Nosotros siempre nos identificamos como militares y advertimos de que los datos son confidenciales. Nunca hemos tenido problemas. Es más, nos hemos encontrado con muchas facilidades, con gente agradecida y muy receptiva a las recomendaciones del rastreador en el sentido de quedarse en casa, no relacionarse o acudir al médico si aparecen síntomas.

¿Pero ese control ya no es de la UME?

No, ahí se apela a la responsabilidad de las personas, sobre todo en lo de cumplir el confinamiento. Lo que no hemos hecho aquí, a diferencia de otros batallones de la UME, es el seguimiento de los confinados por si acababan presentando síntomas.

¿Por qué?

Porque lo hace directamente Sanidad. No es lo mismo la situación de Madrid que la de la Comunidad Valenciana. No se nos ha solicitado y nosotros estamos a expensas de lo que nos piden.

¿Qué tiempo se emplea por llamada?

Depende de la personas, a menor edad más agilidad. Con los mayores tienes que dar más detalles, pero la media estaría en unos diez minutos. Aunque el tiempo no es un elemento de presión porque hay quien plantea muchas dudas: qué hacer, qué no hacer€.

¿Cómo ha trasladado la UME a las otras unidades del Ejército que ahora están realizando los rastreos esta preparación?

Hemos hecho lo que llamamos una transferencia de conocimientos aunque la formación (el curso genérico de Defensa y uno específico para conocer el sistema de cada comunidad) tienen que hacerla todos.

¿Cómo está siendo la colaboración con las autoridades sanitarias?

Total. La formación específica parte de ahí y tanto en Valencia como en Murcia se ha nombrado una persona de contacto para ganar agilidad.

¿De ahí es de donde ha surgido la Unidad de Vigilancia Epidemiológica (UVE)?

Si, ha sido el modo en que nos hemos organizado. Se ha diseñado un estructura para determinar qué lugar ocupan los rastreadores, los médicos, el personal de comunicaciones€Las UVE las forman todos los militares que se ponen a disposición de las autoridades sanitarias en cada comunidad. Hay una por autonomía. Ahora que la UME ha cedido el testigo de los rastreos, el Ejército de Tierra ha designado a una persona para el lugar que yo ocupaba, que es la que se relaciona con Sanidad, y debajo de él están los del MOE ... todos los rastreadores. Al frente de la UVE de la Comunidad Valenciana está el teniente coronel Manuel Pino, el único interlocutor militar que tiene Sanidad. En Murcia la manda un comandante del Ejército del Aire pero la integran unidades de la Armada. Es una organización militar muy operativa que se creó cuando el presidente del Gobierno ofreció rastreadores militares a las comunidades autónomas.

Una oferta de colaboración que Cataluña y País Vasco han declinado.

Las Fuerzas Armadas estamos ahí para quien lo pida, no tenemos problema en ir a ningún sitio y siempre nos han recibido muy bien allá donde hemos ido.

Hay quien dice que se está utilizando al Ejército en esta crisis como mano de obra barata.

Cuando intervenimos en una emergencia nunca pensamos en si somos o no mano de obra barata. Lo que somos es una herramienta del Estado.

¿Tiene la percepción de que la UME ha acercado el Ejército a los ciudadanos?

La UME, al igual que el resto de las Fuerzas Armadas cuando están en misiones internacionales, han contribuido a que mejore su imagen porque se percibe que están a disposición de la sociedad. Lo que ocurre es que no es mismo que esa ayuda se produzca a 4.000 kilómetros que achicando el agua de tu cocina. Es evidente que hay una cercanía. Pero antes de la UME el Ejército ya era una de las instituciones más valoradas.

Hay servicios, como los bomberos, que se quejan de que la UME está superdotada de personal y medios respecto a ellos.

La UME no es comparable a los bomberos porque ellos son un servicio de primera respuesta y nosotros somos un recurso del Estado que debe contar con la dotación suficiente para asegurar que va a poder resolver una emergencia, sea la que sea. Esa la razón de ser de la UME, ayudar a la sociedad en emergencias graves donde las capacidades autonómicas no sean suficientes. El año pasado, en la Dana que afectó a Alicante y Murcia intervinieron los cinco batallones de la UME y el resto de Fuerzas Armadas.

¿Cuánto de vocación, más allá de la militar, hay en la elección de la pertenencia a la UME?

Tiene que haber una clara vocación de servicio que te da la propia milicia unido a un grado de disponibilidad muy elevado en un tiempo de reacción muy corto. Desgasta a nivel familiar porque hay muchas ausencias, pero como persona te sientes tremendamente realizado.

Y luego están los aplausos.

Los aplausos son la mejor recompensa. Estamos muy agradecidos, pero me gustaría que se les dieran también al resto de colectivos porque todos trabajamos.Hay países en los que se aplaude a los militares cuando regresan de misiones en el exterior, una cultura que aquí no tenemos.

Hay militares que dicen que ustedes no lo son.

Las Fuerzas Armadas tuvieron que asumir una nueva unidad que en ocasiones se hizo eligiendo los mejores soldados y medios materiales de otras. Eso no le gusta a nadie, pero en estos quince años se ha visto que somos un instrumento necesario y contamos con el respaldo de resto del Ejército.

Una situación de pandemia como la de marzo y una Dana. ¿La UME podría asumirlo?

Si, porque nosotros iríamos a lo específico y derivaríamos el resto a otras unidades de las Fuerzas Armadas. En Orense se ha tenido que hacer frente a rastreadores y a once incendios. Y se ha hecho.