El cambio de era que estamos viviendo vendrá marcada por la pandemia. Este año 2020 quedará siempre en la historia de la humanidad por una crisis sanitaria sin precedentes a la que todavía nos estamos enfrentando, y frente a la que hay que extremar las precauciones; y por el desenlace económico, social, político y tecnológico que va a provocar en todo el mundo.

Esta pandemia, que algunos predecían como consecuencia de la hiperaceleración de la globalización, la masificación, las migraciones y los cambios en los hábitos de vida experimentados en las últimas décadas, ha dibujado un panorama insólito propio de una novela de ciencia ficción. Pero con unas consecuencias por desgracia muy reales: millones de vidas sesgadas en todo el mundo, decenas de miles en España, dos centenares en nuestra Región; un ritmo mundial parado en seco y la consecuente e inevitable crisis económica y social provocada por esta forzosa hibernación de la actividad. Nuestra sociedad, en shock.

Ese escenario ha frenado en seco la progresión de nuestra Región, que hasta ese momento estaba liderando el crecimiento económico y de empleo nacional. El PIB regional registró el año pasado un aumento del 2,4 por ciento, cinco puntos por encima de la media de España y con un crecimiento acumulado del 10,4 por ciento en los cuatro últimos años que revelan el dinamismo de nuestra economía.

En los últimos 10 años, duplicábamos la tasa de creación de empleo de España, con un crecimiento del 7,7 por ciento frente al 3,3 por ciento nacional. Atrás quedaban las sombras de la crisis económica de 2007, que ya entonces golpeó con fuerza los pilares de las economías mundiales y cuya dureza se ve ahora superada por esta nueva amenaza global.

Sin embargo, el Gobierno de la Región ha afrontado desde un primer momento con valentía y anticipación este 'tsunami vírico' de alcance incierto pero presumiblemente brutal. Nos pusimos manos a la obra con anticipación desde un principio; y trabajamos, en primer lugar, para afrontar la emergencia sanitaria y, después, para superar el duro impacto en términos sociales y económicos.

Lo hicimos desde la planificación, el consenso, el diálogo, la escucha activa y la altura de miras. Porque nuestro Presidente cree firmemente que no podemos perdernos en el bosque de la incertidumbre, ni paralizarnos por el miedo. Es en los momentos más difíciles en los que hay que dar la talla y ser capaces de ver nuevas oportunidades que se abren ante nosotros.

De la capacidad de liderazgo de López Miras surgió la hoja de ruta para el corto plazo. Con acuerdos con los agentes sociales en el Pacto de Diálogo Social y con una de las estrategias más corales que se han elaborado nunca en la Región: ReActivä 2020.

Los más de 1.700 millones de euros que inyectará a nuestra economía esta estrategia en dos años y sus 260 actuaciones dibujan el escudo para tratar de que nadie se quede atrás. Planes de contingencia para proteger nuestro sistema sanitario y educativo, blindar la protección social, y tratar de amparar a nuestras empresas, emprendedores y autónomos para que vuelvan a activar la rueda de la economía y el empleo.

Hablamos de líneas de apoyo y financiación a empresas y autónomos; de inversiones productivas y tecnológicas; financiación para sectores como el comercio, la industria, el turismo o la hostelería; ayudas para trabajadores autónomos y para afectados por un ERTE; medidas para favorecer la conciliación laboral-familiar... Y, por supuesto, medidas en el ámbito tributario para que el dinero permanezca en el bolsillo de los murcianos, con iniciativas que ya han tenido un impacto de casi 65 millones de euros.

Sin embargo, el gobierno de Fernando López Miras quiere ir más allá. Quiere aprovechar esta coyuntura, esta 'pesadilla' que parece abocarnos a la mayor crisis social y económica desde la guerra civil española, para reivindicar nuestra Región. Convencidos de que, aun partiendo de una 'economía de guerra' en la que tendremos que apretar los dientes y hacer un extraordinario esfuerzo individual y colectivo, con sufrimiento inevitable, lograremos volver a liderar el progreso de nuestro país, abiertos al mundo en un espacio de libertad que pise con fuerza en la era de la digitalización y de la economía verde.

Esta crisis es nuestra gran oportunidad para diseñar la Región del futuro. Dejar atrás lo que no sume, reducir al máximo nuestros costes improductivos (también en la administración pública); multiplicar nuestras fortalezas atrayendo talento e inversión; apostar por la ciencia como palanca del liderazgo; impulsar la colaboración privada-pública; transformarnos con la digitalización o emprender una nueva arquitectura estratégica y sostenible. Un camino que nos aleje del 'café para todos' que ha impedido en muchas ocasiones ser más relevantes. Un salto cualitativo que nos convierta también en referentes en ámbitos en los que podamos aprovechar todo el talento que atesoramos, nuestro legado y saber hacer.

Es el momento de dar el salto. Somos la generación que iniciará un viaje que probablemente culmine la generación venidera, pero que como en todo camino, requiere de la voluntad decidida de diseñar la ruta y dar un primer paso. Hay que completar el cambio estructural que iniciamos cuando decidimos convertir la Región es un espacio de libertad económica, en el lugar más atractivo para invertir, inventar, emprender y vivir.

Esta crisis será un trampolín que nos impulse para completar esta reforma. Es sin duda el momento clave para estimular una nueva sociedad y economía de valor añadido, poniendo a trabajar al máximo nuestros limitados tangibles e ilimitados intangibles; generando sinergias entre los agentes públicos y privados; impulsando la digitalización y tecnificación de nuestros sectores estratégicos (alimentario, agua, salud, químico,...) en clave de sostenibilidad social, económica y ambiental, corrigiendo los errores de la era pasada.

Nuestra apuesta será conservar y potenciar aquello en lo que ya somos buenos, pero aspirando a ser los mejores. Nuestra voluntad será ser disruptivos cuando sea necesario, con la ambición de ser líderes y protagonistas de nuestro futuro, y la capacidad para seguir anticipándonos.

En esto estriba la clave para superar la difícil coyuntura que estamos atravesando y convertirla en la oportunidad de poner en marcha una nueva Región.

Sin duda, nos esperan meses muy complicados en los que sería deseable la unidad y no la confrontación. A pesar de todas estas dificultades que se atisban, en la Región de Murcia tenemos potencial suficiente para construir el trampolín en el que proyectarnos. Nos sobran cualidades para hacerlo. Pongámonos en marcha, unidos y sumando esfuerzos, para hacerlo realidad. Es el momento de latir y volver a crear. Un millón y medio de voluntades alineadas harán más fácil hacer Región.