«Con el teléfono hay muchos problemas, durante la pandemia llamar aquí era una locura pero ahora hay que tener suerte para que te lo cojan». Así se expresa Alberto, usuario del centro de salud de San Andrés, el segundo barrio con más contagios por coronavirus de Murcia. Son muchas las quejas de usuarios que denuncian la saturación de los teléfonos en los centros de salud.

«Hay un retraso importante, me han dado cita para dentro de semana y media, solo para hablar con la médica para solicitar una interconsulta de traumatología. Se están retrasando algunas especialidades», dice Elena. Otros usuarios como Fulgencio se muestran más comprensivos: «Estuve llamando mucho tiempo, al día siguiente me llamaron pero es lógico que si somos muchos llamando al mismo tiempo no puedan coger».

El problema viene cuando se trata de una cita más urgente, como la de María Alejandra: «Estuve en Urgencias en la Arrixaca hace un mes y no me han dado cita hasta hoy, desde que la pedí por internet he estado esperando tres semanas. Me preocupa esta demora porque mi problema puede derivar en un cáncer. Entiendo que están muy liados con el coronavirus, pero deberían ser más efectivos con las citas», reclama.

La «saturación» vuelve a ser una realidad y con ese término lo describe una de las trabajadoras del centro empleada en las labores de triaje. Entre toma y toma de temperatura, deriva a los pacientes a las colas según si van a pedir documentación, cita o pasar a consulta. Un trasiego constante de personas que deja situaciones rocambolescas: «Viene gente con síntomas sin diagnosticar, a buscar el resultado de su PCR o incluso con el positivo en la mano. Vienen cuando deben estar en cuarentena.

También me vino un hombre con síntomas respiratorios evidentes. La gente se escandalizó, se formó un círculo en torno a él hasta que lo sacamos de aquí». La vigilante de seguridad coincide: «Mucha gente no entiende que el centro está en nivel rojo, sobre todo los mayores no comprenden que no pueden ver a su médico como antes y tiene que ser todo por teléfono. Los médicos no dan abasto, están soportando una rutina de 90 llamadas al día». Tras decirle a un grupo que abandonen el acceso donde estaban charlando, aparece un padre que no sabe a quién acudir tras haber estado su hijo de cinco años con un positivo por covid-19 en el colegio.

Las prisas también hacen que muchos usuarios opten por la picaresca para acceder a una consulta presencial: «Tienen que estar continuamente confirmando en el ordenador que la cita es presencial porque te engañan», dice la vigilante. «Muchas veces sale el médico a llamarte la atención porque los pacientes se cuelan», afirma la sanitaria del control de acceso. Mientras, una mujer pasa para ver a su médico sin cita y la mandan al mostrador: «Al final hay mucha gente que se cansa de tanto llamar y acaban viniendo». Pese a la alta incidencia del virus, algunos observan en el barrio actitudes imprudentes: «A muchos les vendría bien visitar una UCI», dice la vigilante. «La gente está muy relajada, así esto no se va a acabar», lamenta la enfermera.