A sus 24 años, Davide Morana, un italiano residente en Murcia, sintió que algo en su cuerpo estaba cambiando. Una meningitis bacteriana apareció en su vida. Tras luchar durante 86 días en el hospital, superarla y perder las cuatro extremidades de su cuerpo, Davide sobrevivió y continúa su vida con más ganas que nunca.

Ahora Arriba la vida se ha convertido en una memoria escrita del proceso que Davide, su pareja, Cecilia Cano, sus familias y su entorno cercano enfrentan desde hace más de dos años.

El libro salió a la venta el tres de septiembre, gracias a la editorial Montena, a pesar de que su fecha inicial de publicación estaba pensada para el 26 de marzo y tuvo que ser aplazada por la situación que ha impuesto la pandemia.

El protagonista es Davide, pero Cecilia ha sido quien ha puesto voz a su historia de superación. «Desde que lo ingresaron empecé a escribir sobre todo lo que estaba pasando, como una forma de desahogarme y para entender todo mejor», cuenta ella.

«Me he abierto muchísimo -expresa-, Arriba la vida es un libro donde hemos expuesto todo lo que somos. Es una situación muy dura y unas vivencias muy personales que están ahí puestas para que todo el mundo las vea».

Además, tal y como cuenta Cecilia, el libro no está escrito para ser un ejemplo a seguir por nadie, no quiere decir cómo se tiene que actuar, simplemente pretende contar cómo ha vivido Davide la enfermedad, cómo ha reaccionado y cómo ha sido su historia.

«Cada uno tiene su manera de vivir las situaciones traumáticas y entendemos que normalmente es más difícil asumir las cosas», expone Cecilia.

El título del libro surge desde el inicio de esta historia. « Arriba la vida es el lema con el que he vivido desde que me recuperé de la enfermedad, y también, el hastag que he utilizado en las publicaciones de mis redes para ayudar y animar a los demás», explica Davide.

«Todo comenzó una noche de enero, en 2018, cuando empecé a encontrarme mal antes de entrar a trabajar -cuenta Davide-. Tras dos visitas a Urgencias, ingresé en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen de la Arrixaca, con un diagnóstico de meningitis. A partir de ese momento, no recuerdo nada. Me durmieron y desperté con los brazos y las piernas ennegrecidas, muertas, pero a salvo y totalmente fuera de peligro».

«La noticia de que me tenían que amputar las cuatro extremidades la afronté con alegría, ilusión y con ganas de querer llevar a cabo este proceso», manifiesta el italiano. «Consideraba que podía volver a tener una vida normal y corriente, volver a mis aficiones, y en definitiva, volver a disfrutar de la vida».

Su positividad y resiliencia han sido uno de los principales motivos por los que ha conseguido todo lo que se ha propuesto. «Soy así, he vivido cosas duras a lo largo de mi vida y digamos que me han ayudado y me han venido muy bien en estos momentos, porque me he ahorrado muchísimo sufrimiento».

«Cuando me recuperé no pensaba en que había perdido las extremidades, sino que había sobrevivido, y por tanto, iba a vivir cosas nuevas. No paré. Nunca pensé 'pobrecito' o 'qué desafortunado', y si en algún momento se me pasaron esos pensamientos por la cabeza, conseguí alejarlos rápidamente», recuerda Morana.

«Ha sido un proceso muy difícil adaptarme a las prótesis, pero también muy rápido. Al principio pensaba que la adaptación de las piernas no iba a ser tan sumamente dura».«Empecé a andar sin pensar en cuánto iba a tardar en conseguirlo, pensé que quería dominar mis prótesis en poco tiempo, y así fue, en cuatro meses las había controlado, andaba bien y suelto e incluso podía correr», rememora Davide con alegría.

«Las manos me costaron muchísimo porque alrededor de ellas centramos la mayoría de nuestras actividades. Los primeros días hasta coger un tenedor me resultaba difícil, pero con el tiempo y la práctica conseguí adaptarme e incluso aprendí a pincharme la insulina».

Vuelta a la autonomía

En tan solo una semana y media, gracias a la recaudación de fondos que emprendió Cecilia a través de las redes, «ya que era imposible adquirirlas de otra forma», consiguieron el dinero para financiar unas prótesis adecuadas para tener una vida activa.

«La ayuda con la que he conseguido las prótesis ha supuesto la vuelta a la autonomía», afirma Davide. «Nos sentimos aliviados y como en un sueño porque teníamos mucha incertidumbre. Fue alucinante».

Seguridad Social

Para un amputado, las prótesis son un elemento fundamental para retomar su autonomía y poder llevar a cabo una vida normal. Tanto España como Italia ofrecen una financiación para las prótesis muy baja, apenas un 3%, «o incluso menos», corroboran.

«En estos casos te ofrecen dos manos, una que funciona y otra que simplemente es estética. En cuanto a las piernas, ofrecen unos pies de madera muy malos, que no te permiten andar un buen rato, tener una vida activa y que no están preparadas para hacer deporte. Por supuesto, ni hablamos de unas prótesis deportivas», lamenta la pareja.

«Quizás piensan que el deporte no es una necesidad para un amputado, aunque, sin embargo, es algo vital para todo el mundo. Todos lo necesitamos, y nosotros más, ya que gracias a él disfrutamos la vida, nos superamos y sentimos amor por el deporte».

Camino a las Paraolimpiadas

Desde la rehabilitación protésica Davide ya pensaba en prepararse para clasificarse en alguna competición internacional. «Empecé con entrenadores para el atletismo adaptado y para la musculación», explica Davide. «Mi objetivo es llegar a los Juegos Paralímpicos de 2021, así que me esfuerzo y disfruto cada entrenamiento como si fuera el primero.

«Clasificarme sería un sueño, pero es algo que no quiero pensar para no decepcionarme. Después de todo lo que he vivido he reafirmado que el poco tiempo que tenemos aquí, hay que aprovecharlo siendo positivo, optimista y disfrutando de la vida junto a quien nos quiere», concluye.