A.F se incorporó a uno de los grupos de ayuda de AA hace dos años, «en mi caso, me costó mucho trabajo reconocer que tenía un problema serio; siempre había mantenido y reconocía que era un bebedor social, pero esos encuentros sociales sólo fueron el preámbulo de algo que empezó a invadir y maltratar mi vida y a ramificarse en todas las facetas; tras la ruptura con tu pareja, tu fracaso en el trabajo, tu aislamiento social, tus peleas con el jefe o con un compañero de trabajo siempre estaba presente el alcohol de una forma u otra». Pese a alguna recaída, A.F asegura que se siente más fuerte que nunca, «nunca se deja atrás del todo, eso lo tenemos muy claro, pero hoy puedo gobernar y controlar mi vida en mis términos; la pandemia me ha generado mucha inseguridad; cuando algo funciona no quieres que nada cambie y este virus lo está cambiando todo, pero tenemos que aprender a ser estables y fuertes en cualquier escenario».

Por su parte, cuando le preguntamos a Jesús, el responsable del grupo Zaraiche y actualmente guardando cuarentena por un contacto cercano con un positivo de covid-19, por su experiencia, señala que «no doy tanta ayuda como la que recibo, esa es la razón de ser de AA, devolver lo que me dieron desinteresadamente hace 34 años; me dieron lo más importante que tiene una persona, su tiempo». «Aquí no hay jefes sino solo servidores que permanecen por un período determinado de tiempo aprovechando sus experiencias personales», afirma.

Según el doctor José María García Basterrechea, una de las voces más autorizadas en el campo de las adicciones en España, «el alcoholismo es una enfermedad y como tal hay que tratarla, no se elige, te toca». Jesús cita en varias ocasiones a este profesional durante la conversación y asegura que nunca se vence del todo al alcoholismo y que te acompaña toda la vida. «Me convertí en un embustero y en ese momento pierdes la dignidad como persona, pasé de ser un bebedor social a un bebedor problema, aunque estuviera un año sin beber, seguí frecuentando el mismo circulo social y yendo a los mismos bares hasta que acabé bebiendo otra vez; si no lo has vivido, es difícil imaginar lo que supone la pesadilla del alcoholismo, un enemigo acérrimo, artificioso, poderoso y burlón, como se describe en nuestra literatura».

«Al final toqué fondo; cuando llegué a Alcohólicos Anónimos me dijeron que me podrían ayudar solo si yo quería y que tenía que dejar de beber por mí, no por mi familia, ni por recuperar mi trabajo, ni por prestigio», relata Jesús que añade que uno de los éxitos de AA y de la recuperación es la reconciliación con el pasado y con uno mismo, «es un viaje hacia dentro, perdonarse».

Cuando preguntamos por los recelos que todavía despierta en algunas personas esta asociación, que a menudo es confundida con un entidad religiosa e incluso comparada con una secta, Jesús sostiene que «cada vez menos, gracias entre otras cosas a medios de comunicación como el vuestro».

Para A.F «cuando se habla en nuestra literatura de un poder superior o de ideas y valores espirituales, cada uno puede interpretarlo a su manera, no tiene que ser algo religioso o sobrenatural, en mi caso no lo es, entiendo esos valores, como morales, y el poder superior como amor, un sentimiento que trasciende, inspira y guía al ser humano desde hace siglos».