«Supondría poder comer por lo menos». Eso significaría para María Dolores Pina que le concedieran el Ingreso Mínimo Vital. La situación en su casa se complicó cuando su marido cayó de un tejado en la obra en la que trabajaba. Un accidente que lo imposibilita para trabajar. Ahora, con los dos en el paro y solo con los ingresos de la Ayuda Familiar, están esperando la concesión de esta renta que solicitaron en junio. Como ellos se encuentran el 86% de los solicitantes del ingreso, que no han recibido respuesta.

«La realidad la tienen, porque tienen todos los papeles. A ver quién vive con este dinero en una casa, con una hipoteca de 300 euros que tengo. Y ahí está, paralizado, ni como que sí ni como que no», relata Pina. Su marido tuvo el accidente hace un año y medio y pidió una minusvalía que no le aceptan. «Ahora va a cobrar unos meses que le quedan de Ayuda Familiar. Cuando se termine eso, no tengo nada», lamenta.

Ante esta situación, recibió la aprobación en el Congreso del Ingreso Mínimo Vital como una buena noticia: «Me dio una alegría porque dije: ‘con eso y lo otro, no tienes para tirar cohetes, pero por lo menos para abrir el frigorífico…’».

Pina afirma que si tuviera al ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, delante, le diría «que se ponga en el lugar de la otra persona aunque solo sea un día».

«Una miniatura de ayuda»

El día que Escrivá presentó el ingreso, Mónica Navarro le escuchó decir que sacaría a mucha gente de la pobreza. A Navarro le pertenecerían, por tener dos hijos a su cargo y estar ella y su pareja en paro, unos ochocientos euros. Sin embargo, ninguna de las tres veces que lo ha solicitado se lo han aprobado.

Considera que es «una miniatura de ayuda». «Para el alquiler te da, no te da para más nada. Pagando alquiler, luz y agua ya está, ya no te da para comida», afirma.

«Estoy totalmente desengañada, lo pintan todo muy bonito y luego todo es mentira. No es todo oro lo que reluce», se queja Navarro.