Disuelto el mando único que centralizaba las competencias sanitarias en el Gobierno central, a principios del mes de junio, el Gobierno de la Región de Murcia se convertía el encargado de regular las condiciones sanitarias de la desescalada en los locales, incluidos los clubes de alterne, cuya definición jurídica es tan eufemística como la actividad misma.

Según explicaron entonces a este periódico fuentes de la Consejería de Salud de la Región, «estos locales oficialmente no están legalizados en España», por lo que «según el tipo de licencia otorgada, de cafeterías, ocio nocturno o similar, tendrán su regulación adecuada». Lo confirmaba ayer: «la norma se aplica según el tipo de licencia que tenga el local por parte del ayuntamiento».

Eso sí, «el horario lo tienen que respetar todos», remarca Salud. Los clubes que en realidad son de alterne, pero oficialmente, disponen de permiso de cafetería o restaurante, están desde hace una semana obligados a echar la llave a la una de la madrugada, pero los que están registrados legalmente como servicio de alojamiento prácticamente tienen vía libre. Legalmente son hostales u hoteles y, como tales, pueden seguir llenando sus habitaciones para ofrecer cama a quien esté dispuesto a tirar de billetera.

Ya con la nueva normalidad estrenada, en el municipio de Murcia se procedió al cerrojazo de todo el ocio nocturno a raíz de los contagios que tuvieron como origen discotecas de Atalayas.

El pasado viernes, día 14, el Ministerio de Sanidad, en una decisión consensuada con todas las comunidades, decretaba el cierre del ocio nocturno en toda España, algo que indignaba a los hosteleros de la Región de Murcia, que no se consideraban responsables de estos nuevos contagios.

En el limbo quedan los burdeles. Las normas no impiden que ciertos prostíbulos de la Región sigan abriendo sus puertas, algunos incluso hasta altas horas de la madrugada. Y es que los clubes de alterne que operan como cafeterías, restaurantes y hoteles podrán continuar ofreciendo servicios sexuales de pago, aunque mantener la distancia social entre usuarios y trabajadoras del sexo sea difícil y, con ello, se dispare la predisposición a posibles contagios. En junio, desde el Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo veían «recomendable no hacer el boca a boca», pues el virus va en la saliva.

Los burdeles podrán seguir encendiendo los neones de sus fachadas respaldados por la normativa en vigor, ya que sus licencias se lo permiten. Hay más de mil abiertos en España. Son licencias que camuflan su actividad real, la del sexo a cambio de dinero, aunque a ojos de la Administración eso es algo que siempre ha pasado desapercibido, también en tiempos de dificultades epidemiológicas. El tipo de permiso determina ahora si un burdel puede o no seguir facturando.