«¿Que cómo va la cosa? -repite con amargura Eusebio Rodríguez-Pues fíjate: son las dos menos cuarto. Llevo en la calle desde las siete y media y tengo en la caja 25 euros. Lo normal sería que tuviera unos 70 u 80».

Su caso es paradigmático: pocos sectores han sufrido tan de lleno la bofetada del coronavirus. Dice Eusebio, presidente de Radio Taxi Cartagena, que «el capuzón» ha sido más acentuado en la ciudad portuaria y sus aledaños porque el año pasado se eliminó la normativa que establecía que los taxistas solo podían trabajar en Cartagena, La Manga o el Valle de Escombreras.

«Aquello supuso un subidón de trabajo muy importante, pero dime ahora qué haces en La Manga a las dos de la mañana. Sin ocio nocturno, si trabajas en turno de noche -de 23 a 7 horas, a las dos de la mañana estás pegándote bofetones de aburrimiento». Si el ocio nocturno es inexistente, el turismono anda muy lejos: «En el campo de golf La Manga Club solía haber mucho trabajo, yo diría que ahora hay un 90-95% menos. Vas al aeropuerto y te das cuenta: está llegando un tercio de los aviones que llegaban antes del virus, no está viniendo gente».

En los Alcázares están en las mismas. Se habla de una reducción de hasta el 70%, que ha provocado una medida insólita en un verano normal: los fines de semana, la mitad de las licencias libra, como en invierno.

Explanada vacía

«A pie de aeropuerto» trabajan los conductores de Unión Taxi, que desde junio observan la explanada vacía. «El año pasado llenábamos los 22 coches y hacíamos varios viajes. Ahora llegan cuatro vuelos y como mucho juntas uno o dos servicios», cuenta su presidente, José Pérez.

En Murcia, agosto sigue donde siempre. «Es un mes complicado todos los años -cuenta Pérez-, hace un rato estaba dando una vuelta y no hay ni bares donde tomarse un café, pero como todo con el coronavirus, este agosto es...aún peor».

Ahí vuelve a aparecer el fantasma del ocio nocturno. «Es verdad que notas que, seguramente por miedo, mucha gente no se vaya a ir a la playa y la ciudad quede menos vacía en agosto, pero eso no supone ningún cambio para nosotros, porque la gente va a los sitios, toma algo y a la una se recoge. A las dos de la mañana te puedes ir a tu casa, porque está todo hecho», dice José Antonio Sánchez.

Por primera vez, ser taxista en la costa regional no supone ninguna diferencia con respecto a serlo en el interior.

José Luis Yelo, 'El Pestaña', conduce un taxi a lo largo y ancho de la comarca de Ricote y dice que «lo único que nota» es que ha cesado el «goteo de ingleses». «Aquí vienen algunos a las casas rurales, no muchos, tampoco te salvan el verano. En esta zona lo que nos revienta es que no se vayan a celebrar las fiestas de los pueblos», explica.

Lo mismo pasa en el Noroeste. José María Corbalán, de Taxicaravaca, tiene su temporada alta desde principios de mayo -fiestas de Caravaca- hasta octubre, cuando se celebran en Bullas. «Y este año veremos a ver -se lamenta-, porque tampoco se celebran los típicos conciertos de los pueblos, que con eso ibas rascando algo».

«Estamos pasándolo mal, pero, por sacar algo positivo -concluye Pérez-, diría que por las características del taxi, creo que en algún momento de esta crisis sacaremos la cabeza. Al final, nosotros ofrecemos un servicio individualizado que permite al usuario muchas alternativas. Creo que un pasajero se acabará fiando más de ir en taxi que de coger el autobús por la naturaleza de nuestro servicio. Tenemos, por ejemplo, más tiempo entre servicios para desinfectar el vehículo. Eso hace que el cliente se sienta seguro».

Sin vacaciones, sin trabajo y con «toneladas de incertidumbre»

Dice José Antonio Sánchez que en el municipio de Murcia los taxistas suelen aprovechar agosto para coger vacaciones y ajustar sus vehículos. «Como de todas formas no hay actividad -explica-, solemos utilizar esas cuatro semanas para irnos o para arreglar cualquier cosa que tenga el coche. Luego, septiembre suele ser muy fuerte con la feria de Murcia, así que te acaban saliendo las cuentas». Este verano también está siendo diferente en eso. «Tenemos toneladas de incertidumbre sobre los hombros -cuenta Sánchez-, ¿cómo te vas a coger vacaciones si no va a haber feria y luego no tienes ni idea de cómo va a ser octubre y el comienzo del invierno? No te puedes permitir dejar de trabajar aunque apenas haya trabajo que hacer».