La pandemia por covid-19 y la necesidad de que todas las personas tomemos medidas de prevención para evitar su propagación, han puesto en el punto de mira al sector de la población más joven, al que se recrimina un comportamiento irresponsable por reunirse en grupos y realizar botellones. También se critica a un sector de la actividad económica, como son los establecimientos de ocio nocturno, por el incumplimiento de medidas de prevención como son la limitación de aforo, la prohibición de bailar o la de servir consumiciones en la barra.

Desde la Asociación No Más Ruido de Murcia compartimos el rechazo de tales comportamientos, pero también queremos denunciar la hipocresía de nuestros gobernantes y de la sociedad en su conjunto, ya que esos comportamientos son fruto de una actitud condescendiente, cuando no complaciente, con las reuniones públicas para consumir alcohol y con los incumplimientos de todo tipo de normas por los locales de ocio nocturno.

El alcohol es una de las drogas más perjudiciales por sus efectos sobre la salud, la familia, el trabajo y las relaciones sociales. Pues bien, aun siendo conscientes del peligro y graves consecuencias que acarrea el consumo de alcohol, nuestra sociedad acepta de buen grado su consumo en lugares públicos, a la vista de la población más joven, también de niños y niñas que observan a sus mayores consumir alcohol y pasárselo 'en grande', por lo que no debe extrañar que quieran imitar ese comportamiento, y al no poder realizarlo en establecimientos autorizados se desplazan a lugares no tan visibles, dando lugar al botellón en plazas, parques y descampados.

A esta aceptación y fomento del consumo público de alcohol, han contribuido unos gobiernos locales y autonómicos que hacen el paripé diciendo estar preocupados por esta situación, pero que son incapaces de adoptar medidas eficaces para evitarlo y que, en el colmo de su irresponsabilidad, fomentan ese consumo 'público' de alcohol convirtiéndolo en ingrediente principal de determinadas fiestas locales en las que se permite la instalación de barras en la calle, convirtiendo con ello la ciudad en un gigantesco botellón (un ejemplo palmario lo encontramos en las Fiestas de Primavera de Murcia, los días del Bando de la Huerta y del Entierro de la Sardina, o en las Fiestas de Navidad, los días de Nochebuena y Nochevieja).

Pero no es solo el fenómeno del botellón, sino también el consumo de bebidas por los clientes en las inmediaciones de los establecimientos donde las han adquirido, con lo que trasladan a la calle su fiesta particular, causando graves molestias por ruido a los vecinos -al impedirles el descanso-, ensuciando las calles y generando inseguridad. Situación que no es controlada y corregida, ni por los titulares de los establecimientos ni por las autoridades locales, lo que constituye otro mal ejemplo, ya que esa clientela considera que su derecho al ocio y a la ingesta pública de alcohol está por encima de todo y pueden desarrollarla cuando y como quieran.

No todos los jóvenes participan en botellones, ni todos los que hacen botellón son tan jóvenes, como tampoco lo son los clientes que toman sus consumiciones en la vía pública. Por ello, es necesario que toda la sociedad abandonemos la complacencia con el consumo público de alcohol y la hipocresía de culpar a los más jóvenes por un comportamiento que le ha sido enseñado, ensalzado y consentido por sus mayores.

Nuestra Asociación viene reclamando, desde hace casi una década, a las autoridades locales y autonómicas, que aprueben y adopten medidas eficaces para terminar con el consumo de alcohol en espacios públicos, ya sea en forma de botellón o vinculado a actividades de ocio o festivas.