La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha advertido en su último informe sobre la inversiones ferroviarias en España del importante desfase que existe entre el esfuerzo inversor que se ha realizado en los últimos 35 años en la alta velocidad, frente a una inversión insuficiente en la red de Cercanías, pese al fuerte incremento de la demanda de este servicio que es, además, el más utilizado en España. La institución propone poner el foco en los criterios de movilidad para conseguir una provisión eficiente de infraestructuras capaces de satisfacer las necesidades de movilidad de los ciudadanos y el sistema económico, con un gasto racional de recursos.

Entre las damnificadas por la falta de inversiones y mejoras, la red de cercanías Alicante-Murcia, que es una de las grandes abandonadas históricamente por los rectores que llevan las infraestructuras en el Gobierno. La línea sigue sin electrificar y sufre, además, las consecuencias del retraso de la puesta en marcha de la línea de Alta Velocidad entre Murcia y Madrid, ya que la intención es que los «nuevos» trenes de cercanías puedan circular por el corredor del AVE hasta Monforte y de ahí seguir hacia Elche, Orihuela y Murcia. La consecuencia es contundente: de los 3,1 millones de pasajeros que utilizaban la línea en 2008 se ha pasado a los 2,3 millones actuales, 800.000 usuarios menos. Los horarios tampoco son malos porque la frecuencia horaria es cada hora.

Segunda red mundial

En el estudio, la AIReF afirma que España cuenta con la segunda red de Alta Velocidad ferroviaria más extensa del mundo, con 3.086 kilómetros, por delante de la de cualquier otro país europeo y solo por detrás de la de China. Sin embargo, su grado de ocupación es la más baja de todos los países con una red significativa de alta velocidad. Para desplegar esta red se han invertido más de 55.888 millones de euros -12.500 millones en los corredores Madrid-València y Madrid-Alicante-,de los que 14.086 millones (un 25,2%) se han costeado con financiación europea. Otros 15.858 millones de euros han pasado a ser deuda de Adif Alta Velocidad, la entidad pública empresarial creada para financiar las inversiones y cuyos niveles de déficit y deuda no computan en las cuentas nacionales.

España construyó, según el informe, su red de alta velocidad ferroviaria con costes no superiores al promedio europeo e internacional. El coste medio de construcción de las líneas de alta velocidad en España es de 14,7 millones de euros por kilómetro y de 15,3 millones de euros si se incluyen también las estaciones.

La operación global de las líneas de Alta Velocidad ferroviaria es rentable sin considerar la inversión, aunque se identifican notables diferencias entre los cuatro corredores operativos. La operación del corredor Norte (Madrid-Valladolid) es, de momento, deficitaria, pero en el cómputo global, tanto Renfe como Adif tienen resultados positivos que no han dejado de mejorar año a año debido al incremento del número de pasajeros.

La alta velocidad ha supuesto importantes mejoras en tiempos de viaje y ahorros en coste generalizado de transporte para todas las provincias peninsulares. Sin embargo, ha contribuido a un aumento de las disparidades provinciales y no se observa un aumento de la cohesión social.

Se ha realizado una evaluación de los cuatro corredores de alta velocidad ferroviaria utilizando la metodología del análisis coste beneficio. Los resultados globales muestran rentabilidades socioeconómicas entre nulas y mínimas en todos los corredores. Los beneficios sociales no compensan los costes de la construcción y no ofrecen seguridad en escenarios sujetos a incertidumbre, y en los que el coste de los fondos públicos es elevado, según la AIReF.

Además, se han realizado análisis de sensibilidad para despejar la incertidumbre respecto a la futura evolución de variables que condicionan la rentabilidad socioeconómica de las líneas. El previsible incremento de la demanda como resultado de la liberalización del mercado ferroviario o una hipotética e improbable prohibición de vuelos peninsulares mejorarían los resultados, pero solo ligeramente.

Completar nuevas líneas de AVE exigiría inversiones muy altas. El vigente Plan de Infraestructuras planificó una red de Alta Velocidad de 8.740 kilómetros, por lo que quedarían por construir 5.654 kilómetros, lo que implicaría una inversión mínima de 73.000 millones de euros adicionales a los 55.888 millones ya invertidos.