«Ahora mismo, si no es porque los dueños del bajo, por amistad después de 28 años, están siendo un poco más permisivos para pagar las cuotas, tendríamos que cerrar». Así de rotundo es Juan María Torres. En el barrio todo el mundo lo conoce como Jali y regenta desde hace casi tres décadas una tienda de moda en Murcia. «Nosotros no vendemos ropa de calle, vendemos para bodas y comuniones. Eso lo tenemos perdido», lamenta Torres, que se ha visto gravemente afectado por la cancelación de eventos desde la llegada de la pandemia.

El pequeño comercio, desde hace años en el alambre por la competencia de las grandes superficies, se encuentra en una situación crítica tras el cerrojazo del confinamiento y la incertidumbre económica por el tsunami del coronavirus, que ha provocado una caída del consumo.

Una vitrina vacía

Esta situación afecta también a las tiendas de servicios esenciales que estuvieron abiertas durante los meses de confinamiento. Rosa María González, una de las responsables de la Carnicería Cayena, señala una vitrina vacía de su tienda: «Mira como la tengo, que no la puedo llenar porque la gente no compra. Eso es el coronavirus», sentencia.

Ejemplifica la crisis que viven sus clientes con una frase: «Antes venían y te decían: 'Ponte medio kilo de lomo'. Ahora te piden por filetes. Esto ha sido una ruina», asegura.

González explica que durante el estado de alarma llevaban pedidos a domicilio a sus clientes. «Nosotros no hemos cobrado el envío de los pedidos que les llevábamos a la gente. Porque encima de que estaban en un ERTE, sin cobrar o sin trabajo, pues lo que te llevas lo pagas y punto», señala. Sin embargo, considera que no ha habido un cambio de mentalidad en los clientes para apoyar a las tiendas de barrio. «Nosotros los pequeñicos hemos echado una mano a la gente y luego nos han dado una patada en el culico», afirma González.

Yo espero a mi librero

Durante la pandemia se han sucedido las campañas para apoyar al comercio de proximidad. Una de ellas es Yo espero a mi librero. Uno de sus únicos impulsores en la Región fue la tienda de comics Historietas. «La campaña pedía a los clientes que nos esperasen, que no fueran a comprar a las grandes tiendas por Internet y la gente respondió muy bien», relata Enrique Walter. Aunque asegura que ha notado un descenso de las ventas, se muestra satisfecho con el comportamiento de sus clientes. No obstante, considera que «la gente debería apoyar más al pequeño comercio: los impuestos se quedan aquí, no se van a otros países».

El sector de los animales aguanta

En la Pajarería Molina aseguran que las ventas se mantienen en alimentación. «Los animales tienen que seguir comiendo», afirma Paco Molina, trabajador del local, que reconoce, sin embargo, que la venta de animales se ha reducido estos meses.

«La gente busca sobre todo tiendas que tengan espacio, que haya limpieza e higiene», explica Molina, «por eso compramos esta máquina, por ejemplo, para no tener contacto con el dinero».

Pero el temor común entre el pequeño comercio, independientemente del sector al que se dediquen, es el horizonte de un nuevo confinamiento duro. Walter lo verbalizar con una frase: «Se arruinarían más de los que ya se han arruinado hasta ahora».

La patronal demanda ayudas para el consumo

La patronal del comercio regional hace un retrato bastante oscuro de la situación que enfrenta el pequeño comercio. «Se han unido varias cosas: la crisis sanitaria con la económica, el consumo se ha retraído, hay mucha gente que está en un ERTE, gente que se ha quedado sin trabajo, el turismo se ha perdido, con todo lo que supone alrededor...», detalla el responsable de Comercio Interior de la Cámara de Comercio de Murcia, Javier Tortosa.

«El primer sector donde se refleja una crisis es en el consumo, sobre todo en cosas no esenciales, como la ropa», sentencia Tortosa.

La presidenta de Triángulo, Carmen Piñero, hace un análisis similar de la situación. Considera que con la reapertura hubo «un cambio de mentalidad en el consumidor. se dio cuenta del valor que tiene el pequeño comercio».

Sin embargo, señala que situaciones como la que se vive en Totana, con la vuelta a la fase 1, o en Cartagena, que sufre la pérdida de los cruceros, hacen que el consumo esté «bastante mal» en estos momentos.

Los festivos, cerrados

Piñero demanda que se eliminen las leyes que permiten abrir los festivos y que se regulen periodos fijos de rebajas como medidas para ayudar a las tiendas de barrio.

Por su parte, Tortosa pide al Gobierno regional incentivos al consumo en comercios locales. Pone como ejemplo la campaña Camon Reactiva, que puso en marcha la cámara, con la que consiguieron un consumo inducido de 700.000 euros.