«El panteón es un porche. Se dice que el panteón es como la última casa, y yo he querido que este proyecto sea el último hogar. Un hogar que esté habitado, un lugar al que los nietos vayan, para estar ahí, que estén cómodos». Así se expresa Javier Sánchez Merina, profesor de Proyectos arquitectónicos de la Universidad de Alicante, a la hora de hablar del panteón que ha diseñado para el que fuera un buen amigo suyo. Panteón que espera esté acabado en octubre (iba a ser antes, pero coronavirus aplazó los planes), y que se instalará en el camposanto de Villanueva del Río Segura, pueblo de la Región donde vivía el difunto.

Lo curioso de este 'último hogar' es que producirá cada día, con el primer rayo de sol, un arcoíris. «Lo laborioso es el trabajo de diseño, la ejecución es muy sencilla: solo sol y agua», explica el profesor, que añade que «hay personas que me han dicho que lo patente», algo que él no hará, ya que se trata de un fenómeno de la naturaleza, propiciado por «un movimiento entre el Sol y la Tierra», manifiesta.

El difunto, al cual Sánchez Merina apreciaba mucho, se caracterizaba, con sus 90 años, por su «curiosidad» hacia el mundo y era una persona «muy vital», joven, pese a su edad. «Pensé que era obligado hacer una construcción que provocase mucha curiosidad», como aquella de la que en vida hacía gala este hombre, comenta el profesor. La idea: que la gente vea el panteón y «se pregunte cómo funciona».

Para esta arquitectura se ha contado con la colaboración del profesor de Física en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) Walter Lewin. A partir de este aprendizaje se ha diseñado una instalación que capta el rocío de las noches para nebulizarlo al alba con electricidad producida con placas fotovoltaicas. En el panteón hay espacio para 25 difuntos, aunque podrían ser más: un cadáver se considera como tal solo los primeros cinco años tras la muerte y después pasa a catalogarse como restos cadavéricos, que pueden estar en pequeños sacos.

Gracias a este proyecto el doctor Sánchez Merina fue nombrado jurado del Concurso Internacional de Arquitectura y Luz en Salerno, que el colectivo Blam celebraba en Italia en primavera.

Este es otro proyecto más que establece vínculos entre los trabajos de investigación realizados en la universidad y la sociedad. En lugar de un aprendizaje pasivo, con datos memorizados, el mercado laboral hoy día exige despertar la curiosidad, el pensamiento crítico, la resolución de problemas a través de la colaboración, el emprendimiento y, en general, aprender a aprender.

En los cursos de Proyectos Arquitectónicos de la UA los profesores responsables ponen todo ello en práctica con los estudiantes, animándoles a establecer vínculos entre sus proyectos y distintos expertos externos.

De este modo, el curso Proyectos 5 (2017/18) dirigido por el profesor Javier Sánchez Merina, enfocó en el trabajo con científicos. Se pidió a cada alumno realizar una arquitectura surgida a partir de un fenómeno propio de la ciencia: producir fuego con hielo, experimentos con la evaporación, acústica, patrones de crecimiento vegetal o animal. Todos ellos fueron ejemplos a raíz de los que se generaron nuevas arquitecturas.