El coronavirus no está en un local, está en las personas. Y los negocios necesitan personas para funcionar. Un brote puede surgir en cualquier lugar, le puede pasar a cualquiera, explica Jeffeson Uzho, propietario del bar de copas en el que se ha desatado el brote que ha obligado a Totana a retroceder a la fase 1 de la desescalada.

Su local está en el punto de mira desde hace varias semanas pero este jueves ha cobrado aún más protagonismo tras la decisión del gobierno regional de limitar de nuevo los movimientos de los 32.000 habitantes de Totana, de los que 10.000 son extranjeros de 68 nacionalidades diferentes, la mitad de ellos, ecuatorianos y bolivianos, según fuentes municipales.

Uzho, que llegó desde Ecuador en 2002, su mujer y sus dos hijos permanecen confinados en su domicilio desde que el pasado 17 de julio uno de los pinchadiscos que trabaja en su local le informó de que había dado positivo en una prueba PCR.

El pinchadiscos había pisado el local por última vez una semana antes, el día 11 de este mes, pero Uzho no tiene claro si fue él o los propios clientes quienes iniciaron la cadena de contagios.

El empleado pone música también en algunos locales de la zona de Las Atalayas, en Murcia, donde también hay activo un importante brote de coronavirus con 51 contagiados, y muchos de sus clientes le han confirmado que también estuvieron en esos bares aquel fin de semana.

Nosotros hemos cumplido con todas las medidas de higiene y con los aforos. Muchos clientes, al no poder entrar al bar, se iban a Las Atalayas, asegura, pero reconoce que las precauciones como el uso de mascarilla son muy difíciles de controlar cuando ya se han bebido dos copas. Si dijera que todo el mundo la llevó puesta toda la noche, mentiría, añade.

Lo que sí lamenta es que se esté culpando a los ciudadanos latinoamericanos en general de esta situación porque, recuerda, los brotes relacionados con el ocio nocturno en toda España se están dando en todo tipo de nacionalidades.

Sin embargo, los hosteleros locales se muestran indignados porque consideran que están pagando justos por pecadores en esta crisis sanitaria.

Medio centenar de ellos se han manifestado esta tarde a las puertas del ayuntamiento del municipio para exigir que se limpie su imagen y se reconozca que, en general, en el sector se están haciendo las cosas bien, asegura a EFE el presidente de la Asociación de Hostelería de Totana, Martín Miras, que asegura que con el retroceso a la fase 1 les ha caído una losa encima.

Estamos indignados, no sabemos si podremos levantarnos otra vez después de esto, sobre todo los establecimientos que no tienen terraza están condenados a cerrar, lamenta.

Es una opinión que comparten también los comerciantes del municipio que, según explica su presidente, Francisco Parrales, sienten que han dado tres pasos atrás: Si los clientes ya se mostraban reticentes y salían poco a comprar y a consumir, esto será la guinda que va a destrozar los negocios, lamenta.

Por eso, pide a la administración regional que no les abandone, que ponga en marcha nuevas ayudas que no obliguen a muchos a cerrar después de una temporada que califica de un auténtico desastre en el que la mayoría han tenido que acudir a préstamos para cubrir gastos.

El alcalde de la localidad, Juan José Cánovas (IU), reconoce las dificultades que supondrá para la población esta situación, pero insiste en la necesidad de colaborar con salud pública para atajar un brote que califica de muy preocupante y en el que hay que poner por delante la salud del pueblo.

El municipio ya tiene experiencia en no compartir el mismo nivel de libertad que el resto de la comunidad autónoma: a finales de mayo fue la única localidad de la región que no pasó a la fase 2 de la desescalada, en esa ocasión, por un brote que afectó a seis trabajadores agrarios.

Igual que hice entonces, hago un llamamiento a la calma. Está demostrado que mantenerse el máximo tiempo posible en casa puede frenar los contagios. Igual que lo hicimos entonces, lo haremos ahora, asegura.

También aquel brote afectó a la comunidad latina, pero Cánovas se muestra tajante: Ni todos los latinoamericanos son irresponsables, ni se les puede culpar en exclusiva de estos contagios, advierte.

En esta idea insiste Edwin Quiroz, presidente de la Asociación de Bolivianos de Totana, que lamenta que por la actuación muy irresponsable de un reducido grupo de personas se esté criminalizando a un sector de la población local.

Es lamentable que se generalice, apunta, y pide tanto a sus compatriotas como al resto de totaneros que actúen con mucha responsabilidad como única arma para vencer al virus.