La superficie forestal de la Región se encuentra 9 puntos por debajo de la media nacional y se sitúa actualmente en algo más de 511.000 hectáreas según el Inventario Forestal Nacional. Actualmente los proyectos de reforestación se encuentran parados por no ser el verano el momento más propicio para realizar este tipo de plantaciones, cuando solo se recomienda continuar con las preceptivas labores de seguimiento y cuidado de los plantones, sobre todo durante sus primeras fases de adaptación al entorno. El verano es la estación clave en la que se prueba la capacidad de resistencia de las especies repobladoras. No obstante, a los devenires climatológicos se ha sumado la pandemia que ha dificultado más la organización de este tipo de actividades, emprendidas por voluntarios convocados por las diferentes asociaciones.

De Cabo Tiñoso a Cabo de Palos

Asociaciones como ARBA denuncian la escasa inversión institucional que solo permite emprender proyectos de escasa envergadura. Dentro del ámbito cartagenero, el Ayuntamiento de la ciudad anunció el pasado febrero la redacción de un Plan General de Reforestación. Esta iniciativa podría ser un «importante revulsivo para aumentar la superficie forestal arbolada de las Sierras de Cartagena y La Unión», afirma Jose Luis Sánchez, portavoz de ARBA. La asociación, con solo 6 años de presencia en Cartagena, ya ha emprendido algunos proyectos de reforestación, en concreto, en Cabo Tiñoso, en una zona entre las fortificaciones de Galeras y Fajardo y en la Sierra de la Muela, afectada por un incendio en 2012. Pese al poco éxito de su primer proyecto en Galeras, Sánchez habla de que actuaciones como la de Cabo Tiñoso, ya finalizada, han conseguido reforestar un área de 8 hectáreas con 800 árboles o la de la Sierra de la Muela, en su última fase, ha reforestado 6 hectáreas con unos 3.000 árboles y arbustos. El año que viene iniciarán un nuevo proyecto para recuperar un palmeral autóctono en Calblanque.

Todas estas iniciativas las han enmarcado en un macroproyecto que presentarán a la mesa del Plan Director de Reforestación cartagenero, llamado 'Trinchera Verde'. Una estrategia a 10 años que busca interconectar diferentes espacios de reforestación a través de nodos de biodiversidad a lo largo de la sierra desde Cabo de Palos hasta Cabo Tiñoso. En este sentido, señala Sánchez, es fundamental «la colaboración vecinal y también de los propietarios privados», en cuyas manos está la mayor parte del suelo recuperable. Al mismo tiempo, pese a que la labor de reforestación se hace por mano de obra voluntaria, el proyecto requiere de financiación que, al ser limitada por parte de las administraciones públicas, busca optar a ayudas europeas como los programas Life e incluso a ayudas de empresas locales. Esta fórmula mixta, junto al seguimiento y la experiencia, fue la que permitió que los anteriores proyectos de ARBA tuvieran una tasa de supervivencia del arbolado en el caso de la Sierra de la Muela de hasta el 95%, afirma el portavoz.

Recuperar el bosque de ribera

Otra de las asociaciones ecologistas con más trayectoria es ANSE. Implicada también en la conservación de la fauna autóctona, ha participado en la recuperación de espacios naturales. Sus últimas actuaciones han estado encaminadas a la restauración de la vegetación de ribera en el río Segura, donde han colaborado con proyectos como el Segura Riverlink, un proyecto de la CHS con participación de fondos europeos que ha conseguido erradicar la caña y devolver las especies de ribera a espacios como Río Muerto, el Menjú o la mota del río a su paso entre Lorquí y Ceutí. La recuperación del bosque de ribera ha demostrado múltiples beneficios no solo para la fauna o la atmósfera, también para desnitrificar el agua y sobre todo acabar con el efecto tapón de las cañas y asentar las motas ante posibles inundaciones. Actualmente, con el proyecto finalizado, ANSE ha firmado la renovación del convenio con el Ayuntamiento de Murcia para repoblar de especies de ribera 10 hectáreas del tramo del río Segura entre la ciudad de Murcia y la Contraparada, donde ya fueron plantados hace dos años 2.800 árboles. Este proyecto, dotado con 15.000 euros, creará un corredor natural para la fauna.

En el mismo sentido, ANSE ha planteado al Ayuntamiento reexcavar y volver abrir al agua algunos de los meandros que fueron enterrados con motivos de la canalización del curso bajo del río en los 90, relata Jorge Sánchez, biólogo de la asociación. Entre ellos, uno de los pocos meandros que sobrevivió, el situado entre Murcia, Beniel y Orihuela, en el paraje de los Norias Gemelas, donde todavía discurre agua y está previsto que se repueblen sus orillas. Estas actuaciones mencionadas, junto a otras como la Vía Verde de la Costera sur y Murcia Río, se enmarcan dentro del Plan Foresta del consistorio, con el que pretende duplicar la masa arbórea del municipio hasta los 200.000 ejemplares.

La guerra contra la caña

Muchas veces no es posible restaurar una masa arbórea pues el clima y el régimen hidrológico lo imposibilita. Aun así, sí existen planes de recuperación de zonas áridas con características especiales, tal es el caso del río Chícamo o Rambla Salada, donde Ecologistas en Acción trabaja por erradicar la caña y abrir paso a la vegetación autóctona. La caña es una de las grandes amenazas pues su crecimiento rápido entra en competencia por la luz con otras especies y al mismo tiempo sus rizomas también arrebatan a las raíces de otras espacio en el subsuelo, asegura Pedro Luengo, portavoz de Ecologistas en Acción.