Ha pasado sus más de cuarenta años de carrera evitando la propagación de infecciones. Ironías del destino, al epidemiólogo José María López Lozano la mayor pandemia en un siglo le ha cogido jubilado y a punto de cumplir 67 años. Sin embargo, ni una cosa ni la otra han sido obstáculos para que prestara sus servicios en la lucha contra el coronavirus. Confiesa que no podía quedarse en casa: «Me subía por las paredes». López ha contribuido a reforzar una de las áreas clave para superar la pandemia: los servicios de Medicina Preventiva. Explica que antes de la covid, estos servicios solo existían en tres hospitales de la Región.

P ¿Cómo ha sido su vuelta al trabajo para luchar contra el virus?

R Yo estaba jubilado y me ofrecí voluntario en el Servicio Murciano de Salud. Me encargaron que ayudara a poner en marcha el servicio de Medicina Preventiva en los hospitales en los que no había, que era en la mayoría. Cuando empieza todo esto de la covid-19, la dirección actual del SMS decide acabar con un déficit histórico del Servicio de Medicina Preventiva.

P Explique para un no iniciado cuál es la labor de la medicina preventiva.

R Nuestro paciente no es el paciente individual, sino el hospital en su conjunto. Nosotros nos ocupamos de que cuando un paciente va al hospital, este no sea agresivo para el paciente, que no coja infecciones. Nos encargamos de vacunar a pacientes de ciertas enfermedades para las que son más propensos. Controlamos los quirófanos para que se desinfecten adecuadamente. Se ponen en marcha protocolos de limpieza y desinfección. Con esto de la covid es la especialidad médica más buscada en España. Hay una búsqueda y captura de preventivistas.

P ¿Qué hospitales tenían este servicio antes de la pandemia?

R La Arrixaca, el Reina Sofía y, en parte, el Santa Lucía. Y con poco personal.

P ¿Esto ha cambiado con la pandemia?

R Creo que la directora general de Asistencia Sanitaria, Inmaculada Barceló, y, en general, la toda dirección del SMS han apostado por impulsar la medicina preventiva en la Región. Desde hace décadas en Murcia no se ha desarrollado esta especialidad, a diferencia del resto de España. Murcia era una excepción. La actual dirección se ha propuesto acabar con esto. Cuando yo llegué había 5 preventivistas para toda la Región, ahora ya hay 11 y hay servicio en casi todos los hospitales. Yo espero que nos pongamos a nivel de todo el país.

P ¿Cómo ha sido el «busca y captura» para contratar preventivistas al que hacía referencia?

R Hemos tenido mucha suerte. En la Región de Murcia los preventivistas que hay son de un altísimo nivel. En Cartagena, por ejemplo, tenemos al doctor Vázquez, que procede de Albacete. Allí ha habido un epidemión de caballo y el doctor Vázquez ha estado viviendo con ese problema allí. Se ha pasado tres meses trabajando allí y ahora trabaja en el Santa Lucía y está dispuesto a preparar ese hospital para lo que pudiera venir. Al Morales Meseguera va a venir la doctora Rincón, que era la jefa de la Comisión de Infecciones del hospital Ramón y Cajal de Madrid. Ha trabajado en un hospital en el que había mil infectados covid. Todo esto para un especialista en medicina preventiva, que son los que nos ocupamos de evitar que se contagien más pacientes, de evitar que los pacientes sean un riesgo para terceros, pues imagínate el trabajo ha supuesto. Es un lujo que estén con nosotros y pueden ayudar a preparar la Región para la segunda ola si es que la hubiera, que esperemos que no.

P ¿Por qué estaba tan descuidada la medicina preventiva anteriormente?

R Pues no lo sé. Eso habría que preguntárselo a los antiguos gestores de la Consejería.

P ¿Cómo ha sido crear estos servicios durante lo más duro de la pandemia?

R [Se ríe] Por eso quería contaros esta historia. Como no había especialistas, tuvimos que echar mano de los residentes, algunos médicos adjuntos y dos enfermeras. Con ellos hicimos un equipo regional volante. Olvidándonos de en qué hospital estaba cada uno, hicimos un equipo regional de manera que a cada hospital acudiera un especialista o un residente a hacer las funciones de preventivistas. Lo que se ha hecho es tener un servicio regional que ha ido trabajando en cada uno de los hospitales, ayudando a poner en marcha protocolos, se han hecho revisiones de los circuitos, de los quirófanos, etc. Se han echado muchas horas. Por lo menos, aunque sea de aquella manera, ha existido servicio de preventiva en todos los hospitales. Era el germen de lo que ahora se ha creado en todos los hospitales, el servicio de preventiva.

P ¿No le daba miedo volver al trabajo con el peligro del contagio?

R [Se ríe] Para un jubilado, ¿no? Pues sí, además este mes hago 67 años. Más que miedo, respeto. En esto de la covid no ha habido héroes solo por luchar contra la covid. Los sanitarios son héroes, no solo durante la covid, son héroes desde que empiezan a trabajar hasta que se jubilan. Al trabajar en un hospital te enfrentas a muchos riesgos y tienes que torearlos. Los sanitarios se exponen a perder su propia salud en el trabajo antes, durante y después de la covid. Forma parte de tu trabajo. Cuando ya eres mayor, como yo, tienes que tener cuidado porque somos personas de riesgo. Los epidemiólogos quizá percibimos el riesgo con más certeza que otros compañeros. Pero yo soy epidemiólogo y no podía estar en mi casa ante la mayor epidemia del mundo. Me subía por las paredes. Me iba a dar algo, por eso fui a ofrecerme a los compañeros. He estado más bien en los servicios centrales, pero también he tenido que visitar hospitales para solucionar problemas que han surgido. En fin, lo que yo he pasado durante la pandemia es miedo y respeto. Yo no soy ningún héroe.

P ¿Cómo ha vivido personalmente la experiencia?

R Para mí personalmente, que estoy jubilado después de más de cuarenta años de servicio, estos tres meses han sido de los mejores de mi vida. Muy bonito el trabajo, muy satisfactorio. En un ambiente muy bueno en el Servicio Murciano de Salud, un ambiente de camaradería y de colaboración muy bueno.

P ¿Ha acabado su labor?

R A los jubilados nos hacían un nombramiento que duraba lo que el estado de alarma. Cuando se acabó, mi contrato se extinguió. Ya he dejado de prestar servicio, pero más o menos sigo lo que se está haciendo.

P ¿Volvería al trabajo si, desgraciadamente, hay una segunda oleada?

R Si me lo piden, desde luego que volvería. Estaría encantado. Teniendo en cuenta que somos pocos los preventivistas en España, es una cuestión de echar una mano. Cuando ves que hacen falta más manos, pues arrimas el hombro en las medida de tus posibilidades y también de tus limitaciones. Pero yo estoy dispuesto a lo que haga falta.

P ¿Qué le dijo su familia cuando les contó que volvía al trabajo?

R Que por lo menos los había dejado tranquilos, porque antes de empezar con esto estaba muy nervioso. Me decían: ¿Qué? Ya estás contento, ¿no? Me decían que tuviera cuidado y todo eso. Pero yo me he protegido mucho. Soy mayor, pero no tan temerario.

P ¿Qué ha sido lo que más le ha gustado?

R He visto entusiasmo por la especialidad en todos los chavales jóvenes y en los que se están formando. Les gusta, les gusta de verdad. Lo que observo ahora es una ilusión y un interés por esta especialidad tremenda. Es una cosa que, cuando te metes, te engancha. Por ejemplo, una de las cosas que hacemos es la investigación de brotes. Cuando se infecta alguien, por ejemplo, en la UCI generalmente por una bacteria resistente a los antibióticos. Eso es muy bonito, es lo más bonito que te puedes imaginar. Cuando se investiga un brote es como cuando se investiga un crimen. El trabajo de un epidemiólogo es casi como un trabajo policial.

Lidera una investigación sobre cómo el covid ha afectado a la resistencia a los antibióticos

Además de su trabajo de preventivista, José María López Lozano se ha dedicado a la investigación académica. Lleva más de 20 años estudiando cómo las bacterias se hacen resistentes a los antibióticos. Lozano lo define como «uno de los mayores problemas» de salud pública hasta la llegada de la covid-19.

Actualmente, está al frente de un equipo investigador que incluye a 20 hospitales de 15 países de todo el mundo. «Intentamos calcular cuántos pacientes se pueden tratar con un antibiótico en un hospital sin que se produzca una epidemia de resistencia a ese antibiótico», explica Lozano.

Cuando se utiliza una cantidad muy grande de antibióticos, las bacterias pueden hacerse resistentes.

«Nosotros lo que hacemos es ver cómo se puede controlar ese problema a nivel de hospitales. Lo que hacemos es buscar qué antibióticos se tendrían que usar más y menos para no favorecer la aparición de cepasde bacterias resistentes», detalla.

Esto lo hacen con un sistema en el que asegura que son pioneros, aprovechando que los hospitales «hoy en día son almacenes gigantescos de datos» en los que se toma nota de cada prueba que se realiza a los pacientes.

Han acuñado el concepto de umbral, que es el número de pacientes que se puede tratar en un hospital concreto con un antibiótico hasta que se cree una cepa de bacteria resistente. Asegura el epidemiólogo que «en cada hospital hay que estudiar lo que ocurre por separado».

Pros y contras de la pandemia

La crisis del coronavirus ha condicionado todos los aspectos de la vida, y también la investigación de López Lozano. Ahora están intentando averiguar de qué forma ha afectado la pandemia a la resistencia de las bacterias a los antibióticos.

La parte negativa es que «se han usado muchos antibióticos para tratar infecciones secundarias de pacientes de covid. Estos antibióticos se han utilizado más de la cuenta, es posible que hayan generado resistencias en algunas bacterias», explica.

Pero el estado de alarma también ha tenido consecuencias positivas. «La covid ha supuesto, creemos nosotros, que se dificulte la trasmisión de bacterias entre unos pacientes y otros por las precauciones que se están tomando, el distanciamiento social, el uso de soluciones hidroalcohólicas, etc», cuenta.

Además, ha habido antibióticos «que no se han usado porque mucha gente ha evitado ir a los hospitales por miedo a contagiarse», afirma. López espera tener resultados para otoño.