Los hosteleros ven «complicado» el cumplimiento de las normas aprobadas este lunes por el Consejo de Gobierno que imponen el uso de la mascarilla en todos los espacios públicos, aunque se pueda guardar la distancia de seguridad, y obligan a utilizarla incluso a los comensales de los bares y restaurantes.

El presidente de la Asociación de Cafés, Bares y Afines de la patronal regional Hostemur, José María Rubiales, considera que la obligación de quitarse y ponerse las mascarilla en la mesa no resulta fácil, aunque tiene claro que cualquier medida es preferible a una nueva cuarentena. «Lo que no podemos es permitirnos otro confinamiento», afirmó Rubiales.

El presidente de la Asociación de Bares recordó que la hostelería no ha conseguido recuperar a la clientela que tenía antes de la pandemia. Aunque la afluencia a las terrazas es muy elevada, Rubiales asegura que todavía existe una gran resistencia por parte de los clientes a entrar al interior de los establecimientos, dado que sigue habiendo «miedo».

Reiteró una vez más las quejas de los empresarios de la ciudad de Murcia contra el Ayuntamiento y se lamentó de que la autorizaciones para ampliar el espacio de las terrazas «se están dando con cuentagotas», lo que impide aprovechar todo el espacio disponible para compensar la caída de la facturación, tal y como está ocurriendo en otros municipios.

A las dificultades para compensar las limitaciones de aforo que el Gobierno central ha mantenido en la desescalada y en la denominada 'nueva normalidad' se suma ahora la orden aprobada por el Ejecutivo regional que entró en vigor este lunes al filo de las 14.00 horas, cuando apareció publicada en el Boletín Oficial de la Región.

José María Rubiales se muestra resignado y da por hecho que se trata de un mal menor.

La nueva regulación que se aplicará en la Región desde ayer impide que los comensales de los bares, restaurantes, terrazas y otros establecimientos públicos puedan permanecer sin mascarilla, salvo si están comiendo o bebiendo. Este medida obliga a mantener un constante ejercicio para ponérsela y quitársela, que José María Rubiales considera «complicado».

No obstante, reconoce que puede ser una norma de seguridad, que según el presidente López Miras evitará sobre todo conductas arriesgadas entre los jóvenes, que son los que menos suelen respetar las distancias de seguridad cuando mantienen encuentros en grupo.

«Lo que no podemos es permitirnos otro confinamiento», señalaba Rubiales, al tiempo que reconocía que si se trata de una medida que puede ayudar a salir de la crisis provocada por la pandemia, «habrá que tomarla».

La hostelería es el sector que se ha visto más castigado por la crisis del coronavirus y también el que sufrió el periodo de cierre más largo. Los bares y restaurantes no pudieron abrir sus terrazas hasta el 11 de mayo, lo que provocó que un elevado número de establecimientos no haya soportado las consecuencias del parón y tuviera que bajar la persiana definitivamente.

Según las estimaciones del presidente de la Asociación de Bares, en torno al 30% de los establecimientos de la Región puede verse abocado al cierre, dado que la facturación de las empresas no da para cubrir los gastos que generan los locales y mantener a la plantilla si los clientes no acaban de volver.

Igualmente, un estudio del Banco de España alertaba el pasado mes de mayo de que «el distanciamiento social adoptado por las autoridades tiene efectos muy diferenciados por sectores de actividad, incluyendo, en algunos de ellos, el cierre forzoso».

Fuera protección para "ingerir" y de nuevo a ponérsela

La nueva orden permite seguir comiendo y bebiendo fuera de casa sin mascarilla: obviamente, hay que retirarse esta protección para llevarse el vaso a la boca. El presidente López Miras decía este lunes que podrá dejar de utilizarse «cuando se esté ingiriendo algún alimento o alguna bebida». No obstante, el mero hecho de estar en una terraza con amigos, simplemente hablando, no es motivo para no usar la mascarilla. La forma de proceder sería quitársela cuando se fuese a beber y volver a ponérsela. El no llevar puesta la protección será considerado como infracción en materia de salud pública, lo que conlleva una multa de cien euros si las autoridades lo estiman oportuno. A. L. H./M. J. G.