El objetivo es determinar en qué zonas en torno al Mar Menor se debe controlar más el vertido de nitratos. Con esta idea en la cabeza, el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos se dispuso a calcular a qué velocidad avanzan los nutrientes en los distintos suelos que rodean a la laguna. Cuanto más rápido avancen los restos contaminantes hacia el Mar Menor, más se deben controlar los vertidos en esa zona.

El resultado del estudio es un mapa en el que una línea que rodea la laguna salada indica la distancia que recorre una gota de agua con nitratos en un año antes de caer al Mar Menor. Si la línea se encuentra cerca de la costa, la zona es sensible y los controles deben reforzarse. Si la línea se sitúa más lejos de la laguna, en esa parte los nitratos tardan menos en verterse y se puede, por tanto, ser más permisivo en cuanto a las normas de los cultivos.

Este informe se presenta cuando el debate entre instituciones y partidos de la Región y nacionales sobre cuánto debe ocupar la franja libre de fertilizantes en torno al Mar Menor se encuentra en estos momentos encima de la mesa de actualidad regional.

Seguir el camino de una gota

El decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de la Región de Murcia, Andrés Martínez, explica que han tenido en cuenta numerosas variables para saber qué distancia recorre esa gota con nitratos en un año entero. Entre ellas, los tipos de cultivo de cada zona, «si son de arbolado, de secano, de regadío», obteniendo los datos del Catastro.

También se han fijado en la velocidad a la que se filtra el agua en cada tipo de superficie, en la profundidad a la que se encuentran los acuíferos en cada zona. Unos suelos dejan pasar el agua más rápido que otros, cuanto más rápido se filtre el agua, antes acabará en el acuífero y, por tanto, en el Mar Menor. Si a esta circunstancia se añade que el acuífero se encuentra cerca de la superficie, esto hace que esa zona sea más sensible: los vertidos acabarán antes en la laguna salada.

Además, se han tenido en cuenta otras variables como la pendiente. Martínez precisa que oscila «en torno al 2% y no afecta mucho al estudio».

«Nuestro modelo nos ha proporcionado un perímetro sobre el que consideramos urgente actuar», asegura Martínez. Lo que ahora proponen desde el Colegio de Ingenieros Agrónomos es «estudiar el comportamiento dentro de la zona resultante para actuar en origen sobre las explotaciones agrarias donde las actuaciones pueden afectar en el plazo de un año al estado de la laguna». Todo para tratar de reducir los altos niveles de contaminación que se registran actualmente en el Mar Menor.

El estudio se ha realizado a petición de la Confederación Hidrográfica del Segura. Desde la CHS contactaron con el Colegio en búsqueda de unas recomendaciones sobre cómo se debe actuar en la zona del campo de Cartagena. Mañana hay programada un reunión de «Junta de Gobierno de la CHS en la que se estudiará el documento y fijarán un plan de actuación a corto y medio plazo», cuenta Martínez.

La superficie más sensible al aporte de nutrientes al Mar Menor en el Campo de Cartagena, según el estudio del Colegio de Ingenieros Agrónomos, mide 553 hectáreas, de las cuales 234 corresponden a regadíos y 319 a secano. En su conjunto, sufre un mayor riesgo o sensibilidad potencial de aporte de nutrientes a la laguna. La cuenca vertiente al Mar Menor tiene una superficie aproximada de 122.994 hectáreas, distribuida entre once términos municipales que pertenecen a las provincias de Murcia y Alicante.

Legislación más restrictiva

Otro de los puntos del estudio es la comparación entre las normativas al respecto de vertidos de nitratos que rigen en otras comunidades autónomas. Se han tomado como referencia las de Andalucía, Castilla-La Macha y Valencia.

«Comprobamos que en la mayoría de los cultivos de la zona colindante somos más restrictivos», según Martínez. Pone como ejemplo un agricultor que esté en San Javier, que «tiene unas restricciones más severas que otro que está cuatro kilómetros más allá, en la zona de Pilar de la Horadada, que ya es la Comunidad Valenciana». No obstante, desde el Colegio se muestra «el convencimiento de que el margen de mejora es notable y que esta redundará en beneficio de todos».