Aunque las fronteras españolas se abrieron al resto de Europa el pasado 1 de julio, la llegada de extranjeros al país nunca paró, porque el flujo de llegada de pateras, aunque reducido, no cesó en los meses de estado de alarma. Sin embargo, ahora los migrantes deben enfrentarse a protocolos contra el virus más estrictos que los turistas europeos. Mientras que a los turistas se les aplica un control documental, de temperatura y visual, las personas que llegan en patera son sometidas a PCR. Las diferencias de tratamiento entre migrantes y turistas, señalan las ONG, suponen también una estigmatización de los inmigrantes. Esta situación se ha dado en las últimas semanas, por ejemplo, en Cartagena, donde algunos vecinos insultaron y obligaron a trasladar a seis migrantes argelinos que cumplían cuarentena en un piso de la ciudad. Los migrantes no padecían el virus, pero en su embarcación sí había gente contagiada, de ahí que fueran puestos en cuarentena.