«Tengo más miedo a suspender la selectividad que a contagiarme, está claro. Es una prueba de la que depende tu futuro». El temor de María García es un sentimiento generalizado entre los casi 8.000 estudiantes que ayer comenzaron la EBAU. Este año, las mascarillas han sido el elemento diferencial en las pruebas de acceso a la Universidad más atípicas de los últimos años.

Unas líneas que indican los carriles de entrada y de salida y geles hidroalcohólicos colocados por doquier reciben a los estudiantes en las sedes dispuestas para realizar los exámenes, que este año son casi tres veces más que en la edición anterior para poder mantener la distancia de seguridad.

Y para controlar que nadie se salte estas medidas de precaución, 900 personas se encargan de vigilar que todo transcurra como está dispuesto para evitar contagios en la selectividad. Entre ellos, un equipo de 80 voluntarios de la UMU que se implicaron en recordar la importancia de la mascarilla y las distancias.

María Juárez y Noelia Martín son dos de esas voluntarias, el año pasado sufrían los nervios de los exámenes y ahora han decidido implicarse porque, en palabras de Juárez, «es una forma de participar en las cosas de la Universidad. Es un poco participar de la comunidad y ayudar a la gente que está aquí y lo necesitan con los nervios que tienen». Martín explica que su principal labor «es controlar que todo vaya bien, que no haya aglomeraciones y que la gente vaya a su clase».

A primera hora de la mañana, el cumplimiento de las normas fue estricto en el campus de La Merced de Murcia, todos con mascarilla y respetando los espacios. No obstante, cuando salieron del examen de Lengua y Literatura, los corrillos de jóvenes sin mascarilla comentando cómo les había ido eran numerosos. Los estudiantes celebraron que les preguntasen por la Generación del 27 y del 98.

«El examen de lengua ha sido más o menos igual de difícil que otros años», relata María García mientras le temblaba la pierna y las manos con los que sostenía los apuntes de la siguiente prueba: «Estoy todavía nerviosa, es que el de Historia es más difícil. Tengo miedo a que se me olviden las cosas».

Una situación similar se vivió en el campus Muralla del Mar de la UPCT, en Cartagena. Sin embargo, sí que hay algún estudiante en el que es mayor el temor al coronavirus. Como Carlos Navarro que afirma tener «miedo al contagio, pero no por mí, sino por mi familia. Y eso que soy asmático. La responsabilidad aquí depende de nosotros. De puertas para dentro, es todo oficial y lo miden todo muy bien, pero en cuanto salimos depende de cada uno».

Entre examen y examen, un batallón de limpiadoras se encarga de «desinfectar sillas, mesas, pomos de las puertas, mesa del profesor, teléfono, aseos, todo lo que se pueda tocar», explica Laura Moreno, una de las limpiadoras. Con el confinamiento, los campus se vaciaron de estudiantes. Moreno celebra el ambiente que se vive estos días: «Echábamos de menos a los universitarios, no nos gusta trabajar solas».

Los profesores que año tras año acompañan a sus alumnos en este trámite son los que mejor pueden ponderar los cambios de esta edición de la EBAU. José Manuel Egea enseña filosofía en el Colegio Monteagudo de Murcia. Afirma que «esta selectividad no está siendo tan distinta, la única diferencia es la mascarilla».

A Egea le ha gustado la organización de este año. «El que hayan podido entrar con un punto de encuentro, pasar lista dentro de las clases y demás, a los chavales les ha venido bien porque les ha quitado el nerviosismo de las citaciones en las puertas. Deberían conservar este sistema para otros años», asegura. Este profesor también tiene la impresión de que sus alumnos tienen más miedo a suspender que a contagiarse: «Yo creo que por suerte o por desgracia el tema del contagio se nos ha olvidado», apostilla.

En la valoración del transcurso de la primera jornada de la selectividad, el rector de la UMU, José Luján, destacó que «la mejor noticia es que no la hay, todo está transcurriendo como una EBAU producida en cualquier otra circunstancia que no sea en mitad de una pandemia». Luján destacó que este año son 1.200 alumnos más los que se presentan a estas pruebas para acceder a la Universidad. Una circunstancia que, previsiblemente, supondrá un aumento de la nota de corte de los grados.

Hoy y mañana los aspirantes a universitarios seguirán enfrentándose a los nervios de la EBAU.

Aulas adaptadas para alumnos con necesidades de apoyo educativo

El Servicio de Atención a la Diversidad de la UMU se encarga de garantizar que todos los alumnos se enfrenten a la EBAU con las mismas oportunidades. «Nos hacemos cargo de todo lo que tiene que ver con la inclusión educativa», explica el técnico de ADyV Antonio Pérez. Relata que durante la selectividad hay aulas adaptadas para alumnos con necesidades de apoyo educativo y discapacidad. «Como mínimo en cada aula hay un técnico que supervisa que las adaptaciones que se han previsto para cada alumno se ejecuten como están previstas», relata Pérez. Por ejemplo, si un estudiante necesita un ordenador adaptado, ADyV lo facilita. Con las medidas de seguridad por la covid-19, se les ha multiplicado el trabajo. «Hemos pasado de tener 4 aulas a tener 7, solo en Murcia. En Cartagena de 1 a 2. Hemos tenido que tirar de personal de refuerzo para atender las aulas», afirma Pérez.