No poder despedir en su momento a un ser querido, por culpa de la pandemia de coronavirus, fue un añadido al duro golpe que, de por sí, supone perder a un allegado. Entonces, hubo que tirar de sucedáneos. Por ejemplo, puesto que se prohibieron los velatorios, la empresa murciana Vivo Recuerdo, que ofrece una especie de velatorios virtuales, decidía abrir su plataforma de forma gratuita a los tanatorios y particulares que así lo demandasen.

Antes de que se decretase el estado de alarma, que conllevaba el confinamiento, el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, ya tomó medidas de precaución: a los fieles ya entonces les sugirió que viesen la misa por televisión. Después, se habilitó un teléfono para que la gente pudiese contactar con un cura, que les diese asistencia espiritual. Pero faltaba el poder reunirse en un templo, algo que ha vuelto con la nueva normalidad.

Las parroquias de la Región tienen prácticamente a diario ceremonias para recordar a un ser querido. Son despedidas que quedaron pendientes.

Alfonso Alburquerque, vicario de la zona pastoral Cieza-Yecla y párroco del templo de San Juan Bautista de Archena, asegura a LA OPINIÓN que se le amontonan las misas. Así las cosas, ha decidido «ir por orden» y ahora está oficiando «las misas pendientes del mes de marzo».

En cuanto a la lista de espera para oficiar una misa de difuntos, «se alarga hasta el 25 de julio o ya en agosto», manifiesta.

Este cura, durante la cuarentena, daba misa por televisión y entonces se le ocurrió proponer a las familias hacer los funerales de la misma manera, «pero nadie ha querido, por la falta de intimidad», destaca. Las únicas exequias que sí fueron emitidas por televisión fueron las de un veterano agente de la Benemérita, Julián Sánchez, de 72 años y muy querido en el pueblo, cuya vida fue segada por el coronavirus.

El pasado 26 de junio, ya con la nueva normalidad vigente, se celebró el funeral de este hombre de forma presencial. El cura iba, en determinados momentos, con mascarilla, al igual que los asistentes. «Es sorprendente, pero todo el mundo está cumpliendo con las medidas de seguridad», valora el sacerdote, que concreta que él lleva tapabocas cuando va a recibir el entierro a la puerta del templo, así como cuando da la comunión. En Archena «puede ir la gente que quiera a la iglesia: no hay aforo», destaca el sacerdote.

Por su parte, Juan José Noguera, cura de San José del Puerto de Mazarrón, está haciendo horas extra, dadas las circunstancias. «He multiplicado las misas y funerales fuera del horario de misa», apunta. «Los que no han podido celebrar la misa de ocho días y el funeral, ahora se encuentran en la playa y deciden hacerla en mi parroquia», relata.

«No hay lista de espera: nos sentamos y buscamos fecha», relata el sacerdote, al tiempo que apostilla que «si se espera unos días, es porque los familiares quieren esperar a que venga un familiar que todavía está en Madrid». «A veces tienen que esperar varias semanas, pero normalmente hay hueco», ya que hace misas de más, remarca.

Mandaban flores al no poder hacer acto de presencia

Durante el confinamiento se han producido muchas despedidas en los municipios. Despedidas en solitario: apenas dejaban a acompañar a algún familiar. Una situación, que según explican desde funerarias y floristerías aumentó considerablemente la venta de flores, ya que mucha gente que no podía acompañar a sus allegados enviaba flores a los tanatorios, como muestra de respeto. Con el levantamiento del estado de alarma, se han oficiado multitud de misas de funeral. Debido a la cantidad de parroquias que hay en municipios como Caravaca de la Cruz, no ha sido necesario tener que establecer una lista de espera.