A Fuensanta Morales todos la conocen en el Hospital Virgen de la Arrixaca de El Palmar como Santi. Ella es de la casa.

La que se ha convertido en la primera paciente murciana en recibir un corazón de un donante en asistolia (fallecido por parada cardiorrespiratoria) y la segunda de España ha sido limpiadora del principal centro hospitalario de la Región durante los últimos 40 años y nadie como ella conoce sus pasillos, sus quirófanos, sus consultas y la cara de los profesionales que prestan en él asistencia a diario.

Ahora ha sido ella la que ha necesitado atención y ayer, el día que recibía el alta hospitalaria desde que entró en la Arrixaca para ser trasplantada el pasado 16 de junio, no podía ocultar su emoción y nerviosismo al sentarse frente al equipo médico que la ha estado atendiendo y cuidando estas últimas semanas.

Lo primero que manifestó Santi al ser preguntada por cómo se encontraba fue su agradecimiento al donante que ha hecho posible su operación. «Doy las gracias al donante porque es el regalo más grande que se puede hacer, un corazón, me ha regalado la vida», afirmaba.

Esta vecina de la pedanía murciana de El Palmar tiene 64 años y tres hijos con los que podrá volver a casa para seguir «disfrutando de la vida».

«Estoy enormemente agradecida a todo el equipo, desde la consulta de Insuficiencia Cardíaca a la tercera planta, la sexta y la UCI», indicaba dirigiéndose a cada uno de los jefes de servicio que se encontraban en la sala.

Preguntada por cómo se siente con un corazón nuevo asegura que «me siento nueva, he vuelto a la vida. Antes tenía hasta las piernas azules y ahora las tengo normales».

Fuensanta Morales dice que sólo tiene pensado «vivir» porque «con disfrutar lo que tengo es suficiente». Al tiempo que bromeó diciendo que «hasta que la gente no se conciencie de los riesgos del covid tampoco puedo hacer mucho, aunque me gusta pintar».

La paciente número uno de un trasplante cardíaco en asistolia en la Región de Murcia afirma que no tuvo miedo a la intervención porque «estaba en buenas manos» y recuerda que ella ya limpiaba los primeros trasplantes que se hacían en la Arrixaca hace cuarenta años.

El propio coordinador regional de Trasplantes, Pablo Ramírez, se refirió a ella con palabras de cariño. «Es trabajadora del hospital, parte del equipo, conocemos a sus hijos y aunque vino muy malita ahora se marcha con un corazón nuevo para recuperar su vida», subrayaba Ramírez.