El fenómeno del cooperativismo se entiende como un movimiento económico y social basado en valores como la igualdad, la equidad y la justicia social. Son empresas centradas en aquellas personas que se organizan y asocian voluntariamente en cooperativas de propiedad conjunta y democráticamente controladas para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales. Por ello, las cooperativas comparten una serie de principios acordados internacionalmente, y actúan juntas para construir un mundo mejor a través de la cooperación.

Las cooperativas permiten que las personas tomen el control de sus economías futuras, y al no ser propiedad de accionistas, los beneficios económicos y sociales de su actividad permanecen en las comunidades en las que se establecen. Las ganancias generadas se reinvierten en la empresa o se devuelven a sus integrantes.

El movimiento cooperativo está lejos de ser un fenómeno marginal; el 12% de la población mundial es cooperativista de alguna de las tres millones de empresas cooperativas del planeta, proporcionando estas cooperativas un trabajo al 10% de la población empleada.

Cooperativas y su resistencia laboral

Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de las Naciones Unidas, las cooperativas «aguantan mejor la crisis que las empresas mercantiles». Y las cifras que se manejan desde el Ministerio español de Empleo van en ese mismo sentido: en 2008, debido a la crisis, desaparecieron más empresas mercantiles que cooperativas; y éstas, aún en plena hecatombe económica, lograron generar nuevos empleos. De hecho, desde este periodo de crisis, el número de esta clase de empresas ha aumentado en más de un 75% hasta el día de hoy.

Necesidad de reinventarse

Esa estabilidad laboral característica de las cooperativas por encima del resto de compañías, con mayor presencia en el tejido empresarial, es en el mayor número de casos originada por la necesidad de dar un giro de 180º a una idea de negocio, siendo cada vez más común la construcción de estas propias cooperativas a partir de compañías que se encuentran arruinadas, y cuyo control pasa a manos de sus propios trabajadores.

Además, las estadísticas siguen avalando de forma contundente la estabilidad y la calidad del empleo corporativo, llegando a situarse en el 80% el número de contratos indefinidos que se dan en las empresas cooperativas.