Mi sobrina Eva Galvache Gómez se nos ha ido, muy rápida, en unos días, sin que haya podido siquiera decirle adiós. Su sonrisa siempre estará presente entre todos los que le conocieron. Luchadora, con carácter, trabajadora, buena profesional y mejor madre.

Aunque viviera y trabajara en Madrid, era de sangre y gracia cartagenera. Y sobre todo cabopalera, al igual que su marido y sus tres hijos, que nunca faltaron a ningún veraneo allí. Ya estará descansando allá arriba, en donde la mar es serena y en donde los vientos de Levante y de Lebeche formarán las mismas olas que tú conociste aquí abajo.

Y te irás de excursión en barco al Cañonero, al Arco de los Reyes , al Descargador y a Cala Reona. Y también a las Escalerillas, a la Hormiga y a la Grosa. Volverás a la casa de tus Abuelos Arturo y Eva en La Barra, que te estarán esperando.

Y conocerás a tu abuela Eva, tan guapa como tú, que se marchó todavía más joven , y de la que tampoco pude despedirme. Allí pasarás el verano y todo transcurrirá muy sereno y tranquilo, en una paz infinita, en la que tú y nuestra larga familia siempre ha creído. Y nos irás recibiendo, uno a uno, con tu sonrisa de siempre , cuando llegue el momento, cuando las luces de nuestros faros dejen de girar y alumbrar en la noche, como te sucedió a tí.

Y hasta entonces, os pedimos que mantengaís encendidas las señales que nos guíen en esta travesía de la vida.