Con una mano sostiene el megáfono desde el que grita las consignas y con la otra se coloca una y otra vez la mascarilla negra que no para de caérsele a la mujer que se encargaba de corear en la manifestación del Orgullo Crítico de Murcia. Los cambios que impone el coronavirus han transformado radicalmente las costumbres de las protestas.

Varios centenares de personas recorrieron durante la tarde de ayer las calles de la capital de la Región para exigir "un respeto que aún se nos niega muchas veces", en palabras de la portavoz de Orgullo Crítico Murcia, Rosa María García, los convocantes de la marcha.

"Este año convocar la protesta ha sido difícil", reconoce García. El Orgullo oficial se ha celebrado de forma online, pero los críticos no están de acuerdo con ese formato. "Para mí es como no celebrarse", sentencia. En la asamblea a la que representa García unos temían que acudiese poca gente por miedo al contagio y, otros, que "vinieran demasiados y no pudiéramos controlar las medidas de seguridad".

Partieron desde la Plaza de la Merced, gritando consignas como "¡No desfilamos, nos manifestamos!" o "¡Nuestro orgullo no tiene fronteras, nuestro orgullo es de clase obrera!". En un momento de la marcha, desde el megáfono se han detenido las proclamas. El joven que lo portaba ha dicho: "Les recordamos que hay que respetar las medidas de seguridad. Si alguien nos ve juntos se va a pensar que no sabemos respetar las medidas de seguridad y sí sabemos, ¿vale?".

Los manifestantes se han colocado respetando la distancia de seguridad para evitar contagios y, por si alguno no lo hacía, algunos organizadores estaban encargados de recordárselo al imprudente, como agentes de distancias de seguridad. "Hemos traído mascarillas, pero nadie nos ha pedido. Ha venido todo el mundo con mascarilla", ha afirmado García.

En la protesta, aunque predominaban los jóvenes, ha habido diversidad de generaciones. Entre los manifestantes se encontraba Pedro Cano, de 68 años, que ha salido a la calle "en defensa de la libertad de expresión y de la libertad de sexualidad de cualquier persona". Cano se ha manifestado, a pesar ser población de riesgo ante el coronavirus por su edad, quizá por su situación familiar. "Yo tengo un hijo que es homosexual. Dentro de casa no ha tenido problema, pero fuera sí los ha tenido, ha pasado momentos muy malos",ha expresado. Su compañera, Teresa Escobar, ha añadido que "también hay gente que no tiene hijos del colectivo, pero que siente lo mismo que el que tiene hijos, que tienen todo el derecho de hacer lo que quieran".

Uno de los jóvenes de la marcha ha sido José Antonio Fernández. Explica que se manifiesta porque necesitan "mucha más protección". "Que yo tenga que salir con miedo para ir a comprar, que, si tengo una pareja, no pueda darle la mano, me parece súper fuerte", se queja.

Casi al final de la Gran Vía, un viandante ajeno a la protesta ha increpado a los manifestantes al grito de "¡Sois subnormales!". Un incidente anecdótico en una manifestación, por lo demás, tranquila.

En la lectura del manifiesto, que se ha producido en el Puente Viejo, han afirmado que "admitir y conocer nuestra diversidad no es una trampa, es el primer requisito para poder abolir esta sociedad, construyendo una mejor".

Denuncian "el intento de legalizar el alquiler de vientres", "la sexualización de las relaciones lésbicas" o "la mercantilización de las demandas LGTBI", entre otras demandas. Además, exigen al Ayuntamiento de Murcia la "derogación inmediata de la ordenanza contra las prostitutas".

"Las personas LGTBI también somos clase trabajadora, una herida abierta de la historia", sentencia el manifiesto.