La mayor crisis ecológica sufrida por el Mar Menor en su historia reciente, la muerte masiva de peces y crustáceos tras la DANA de septiembre de 2019, tuvo particularmente un enorme impacto en las poblaciones de especies marinas residentes en la cubeta norte de la laguna. El pejerrey o chirrete, el pez aguja o pipa, o el pez gobio fueron las especies que más sufrieron el efecto de la capa anóxica que afloró en la cubeta norte del Mar Menor tras las fuertes precipitaciones que afectaron de forma considerable al entorno de la laguna. Son especies bentónicas, que residen en el fondo marino, y que tienen una escasa capacidad de movimiento, y hasta ahora no han mostrado signos de recuperación en las zonas más impactadas por la anoxia en el litoral norte del Mar Menor.

El equipo de investigadores del Laboratorio de Conservación y Biología de Vertebrados Acuáticos, asociado al Departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad de Murcia, ha llevado a cabo desde octubre de 2019 hasta febrero de este año un informe técnico para evaluar el estado de las comunidades de peces que habitan en aguas someras del Mar Menor para estudiar los efectos de la DANA sobre estas zonas del ecosistema lagunar. Ese seguimiento de las poblaciones ha demostrado que las especies marinas migrantes, aquellas que no residen de forma fija en un punto determinado, han tenido una capacidad de recuperación importante, incrementando su presencia en esta zona gracias al asentamiento de alevinaje (crías de pez recién nacidas), que se da en las estaciones de invierno y primavera.

Esto explica, según los investigadores, que peces como los espáridos, el fartet o el mújol no mostraran cambios significativos en su población tras el episodio de mortandad. «Las especies fijas al hábitat sufrieron un fuerte decrecimiento tras la DANA, pero aquellos que son migrantes han mostrado un incremento en los seguimientos que hicimos durante el invierno», señala Francisco José Oliva, biólogo y uno de los coordinadores del grupo de investigación que ha realizado este informe encargado por la dirección general del Mar Menor a la Universidad de Murcia.

El investigador apunta que las áreas someras afectadas por la muerte masiva de distintas especies ha alterado la estructura funcional de la comunidad de peces de esta zona y podría ocasionar una «posible pérdida de servicios y funciones ecológicas esenciales». Además, esta situación podría derivar en que la disminución de las poblaciones fijas en este hábitat como el chirrete, el pez aguja o el pez gobio podría comprometer la actividad pesquera y conservacionista y llegar a extender este problema a toda la laguna.

«Si la capa anóxica se movió tan rápido como apuntan los oceanógrafos, esta se desplazó desde zonas más profundas hasta la cubeta norte, encerrando tanto a especies migrantes como a aquellas fijas en zonas someras, matando a todas las que no se podían desplazar», explica Oliva.

El estudio recalca también que aunque el alevinaje de peces como el mújol y los espáridos en áreas someras no se ha visto comprometido, «la muerte de ejemplares adultos y juveniles en el episodio de octubre, así como el decremento observado en estudios previos sugieren un posible impacto con efectos a largo plazo en el conjunto de las áreas someras».

El estudio se llevó a cabo evaluando el estado de las poblaciones marinas en tres zonas someras afectadas por la mortandad de especies en 2019 (playa de Villananitos, Molino de la Calcetera y las Encañizadas) y en tres zonas de control o lugares que no se vieron afectados por el proceso de anoxia (Punta Seca en La Manga, playa del Arsenal y en Los Urrutias).

El equipo ya contaba con estudios previos en la laguna respecto a las comunidades de peces, ya que realizaron campañas de muestreo en 2018 y 2019. Todas estas prospecciones en zonas del litoral les lleva a determinar que «la abundancia, biomasa y la riqueza de especies mostraron impactos significativos tras la DANA, que se traducen en reducciones en las zonas impactadas respecto a las zonas control».

¿Por qué las zonas someras?

Las zonas someras de la laguna son fundamentales como áreas de reclutamiento y de refugio para muchas especies de peces en una fase juvenil. La comunidad de peces detectada en las zonas litorales del Mar Menor ha mostrado durante las campañas de seguimiento realizadas en 2018 y 2019 una alta diversidad con presencia de, al menos, 30 especies (13 familias). Oliva explica que estas zonas podrían servir de «recolonización de muchas especies si conseguimos que el estado de la laguna se recupere». El 87% de las especies del Mar Menor se pueden encontrar en aguas someras, mientras que el 75% de la fauna que tiene interés para el sector pesquero también está en estas zonas.

Las Encañizadas de San Pedro del Pinatar precisamente ha sido una de las ‘zonas impactadas’ que más rápido ha recuperado algunas de sus poblaciones debido a que hay un flujo de peces migrantes entre el mar Mediterráneo y la laguna. La recuperación de las especies más afectadas, señala el biólogo, no se puede determinar con el análisis en seis meses de sus poblaciones, sino que deberán pasar dos o tres años para determinar qué efectos reales ha tenido las consecuencias de la DANA sobre la fauna somera del Mar Menor.

Aclara sin embargo que no estamos cerca de que desaparezcan de las zonas del litoral las especies fijas «pero si se ve una tendencia al decrecimiento de la calidad y la abundancia de peces» en estos lugares. Incide en la necesidad de seguir realizando muestreos a medio y largo plazo ya que «la repetición de eventos de mortandad en el perímetro lagunar podría comprometer la capacidad de respuesta y el efecto refugio de las áreas someras». Oliva remarca que la muerte de peces y crustáceos en estos puntos costeros no alcanzó la cifra del 80% de desaparición de la fauna, pero no descarta que en zonas más profundas esta cifra fuera incluso superior debido a la falta de oxígeno.

El equipo de investigación ya ha tomado muestras y monitorizado las poblaciones en primavera y comparará los datos registrados con los resultados de la misma estación en años anteriores. «Hay que tomarse esto en serio porque algunas comunidades de especies podrían ayudar a recuperar otras zonas del Mar Menor».

Protocolo para recuperar la anguila, especie amenazada

La anguila fue probablemente una de las especies que más impacto causó ver agonizar en las orillas de la playa de Villananitos en octubre del año pasado. El grupo de investigación del laboratorio de Conservación y Biología de Vertebrados Acuáticos de la UMU registró miles de ejemplares muertos en todo el perímetro de la laguna. Con datos más elevados en Hita Norte, el Albujón, El Carmolí, Los Urrutias, Lo Poyo y Los Nietos.

La anguila europea es una especie altamente amenazada a nivel global y tras la anoxia se recomendó una actuación para el transporte y suelta rápida de numerosos ejemplares de esta especie que se localizaran en la orilla desorientados.

Se estableció un protocolo por el que el traslado se debe realizar en contenedores (cubas) con agua fresca y oxigenada. Otra indicación era que es mejor transportar pocas anguilas en buen estado de salud que muchas y que lleguen con una condición física límite. Solo se permitían transportar ejemplares que se pudieran recuperar.

Los investigadores subrayaron que era necesario vigilarlas durante el transporte y explicaron que un signo de estrés es que las anguilas estén en continuo movimiento y por la superficie del agua. Las anguilas no estresadas se mantienen bastante quietas cerca del fondo de la cuba.

Se propuso como zona de suelta las golas del Mar Mayor, las Salinas, el Estacio o Marchamalo.