Hoy conmemoramos, con justificado orgullo, el día de todos aquellos que, de muy diferentes maneras, participamos en ese gran proyecto común y ejemplo de convivencia que es la Región de Murcia, y que se inició con la aprobación de su Estatuto de Autonomía el 9 de junio de 1982. Casi cuatro décadas en las que hemos conocido alegrías y sinsabores, tragedias y grandes celebraciones, la peor cara de la crisis y la mayor etapa de prosperidad de nuestra historia.

Pero lo mejor de todo este proceso ha sido todo lo que hemos progresado y crecido en derechos, libertades e igualdad a lo largo de este periodo, apelando a esos mismos principios de solidaridad, cohesión territorial, respeto a la pluralidad y diálogo que inspiraron aquel Estatuto y el apasionante reto colectivo que con él se iniciaba.

Desde entonces, hemos sabido aparcar nuestras diferencias en favor de la concordia y del bien común, por encima de intereses partidistas, para construir juntos la Región de Murcia del presente y del futuro donde todos, sin exclusiones, estamos llamados a participar con idéntico protagonismo. Tomando como modelo el ejemplo de aquellos que hace 38 años apostaron por la unidad, el consenso y la tolerancia como los referentes a la hora de hacer realidad aquella mejor Región de Murcia en la que creían y en la que esperaban poder vivir algún día.

Hoy, muchos de aquellos sueños y esperanzas que se plasmaron en nuestro Estatuto se han visto cumplidos, pero todavía queda un largo camino por delante para seguir avanzando en nuevos logros y objetivos que nos permitan ser una sociedad mejor, más concienciada y cohesionada ante los grandes retos que tenemos por delante.

El principal, sin duda, pasa por superar cuanto antes los efectos de la peor crisis sanitaria, económica y social del último siglo, y por propiciar una rápida y urgente reactivación de nuestro tejido productivo y laboral. Y por hacerlo con la misma responsabilidad y sentido común con que el millón y medio de murcianos hemos afrontado durante doce semanas las restricciones impuestas por el estado de alarma.

Porque, si algo nos ha enseñado la pandemia, es que todos somos igual de imprescindibles y de necesarios. Que ningún trabajo, ninguna ocupación, es más importante que las demás. Que la unión y el diálogo, y no el enfrentamiento y la división, son los únicos pilares sólidos sobre los que hemos de edificar nuestro futuro.

La vuelta a la normalidad es labor de todos, y ese debe ser nuestro mejor homenaje a las personas fallecidas en nuestra Región por el coronavirus, a las que nunca olvidaremos, y también a sus familias y seres queridos, que tanto sufren su ausencia.

Nuestra obligación es salir de esta crisis siendo mejores como sociedad y como personas, y contribuir a que cada nuevo día la Región de Murcia sea un mayor motivo de orgullo para todos los que somos parte de ella.