El coronavirus ha paralizado durante más de dos meses la actividad laboral en casi todos los sectores. Sin embargo, los Cuerpos y Fuerzas del Estado han permanecido al pie del cañón para garantizar la seguridad de la ciudadanía en estos tiempos difíciles. Algunos, incluso han continuado con su labor de servicio público sin quitarse el uniforme aunque su turno hubiera acabado.

Es el caso de la asociación Luz Azul, formada por agentes de la Policía Local, Nacional, Guardia Civil, bomberos y sanitarios de Cartagena, que nació en el mes de marzo con la intención de paliar los efectos que la crisis sanitaria ha tenido sobre la economía de muchos hogares cartageneros. «Nosotros estamos en primera línea», asegura Ana García, policía local y presidenta de la asociación. «Desde que comenzó el estado de alarma y se paralizó la economía observamos cómo muchas familias se quedaron sin trabajo de la noche a la mañana, nadie se esperaba algo así, gente con un nivel de vida medio, con hijos, comerciantes de venta ambulante, peluquera, muchos autónomos y trabajadores no esenciales que de un día para otro tenían ni para pañales», explica García. La presidenta de Luz Azul comentó la situación con compañeros y rápidamente «se corrió la voz», en pocos días la agrupación se puso en marcha y a día de hoy ya son 74 integrantes: 50 policías locales, 1o guardias civiles, 9 policías nacionales, 4 sanitarios y 1 bombero.

La asociación ampara en estos momentos a 219 familias -un total de 855 personas- a las que reparten lotes personalizados en función del número de miembros de cada unidad familiar e incluso contactan con los beneficiarios para que el pack se adapte lo máximo posible a sus necesidades. Los productos son de primera necesidad, principalmente comida o artículos de higiene personal.

Una ciudad volcada

Desde el primer momento, los vecinos de Cartagena se volcaron con el proyecto de Luz Azul. Tanto los usuarios particulares, que se ponen en contacto con la asociación para que recojan a domicilio las donaciones y así evitar desplazamientos innecesarios durante la crisis sanitaria, como las empresas de la ciudad portuaria. «Nos sorprendió la cantidad de empresas de Cartagena que se han puesto en contacto con nosotros interesándose por realizar generosas donaciones», asevera García. Ahora que comienzan a levantarse las restricciones de movimiento, quien lo desee también puede dejar donaciones en los cuarteles policiales.

Historias que marcan

Los miembros de la asociación coinciden en que lo más impactante ha sido el «contacto directo» con las familias y conocer las historias personales que hay detrás. «Al principio costaba ir a las casas, son situaciones muy duras», asegura García. «Cuando realizamos el reparto y llamamos a los domicilios, mucha gente se echaba a llorar, solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta», revela Raúl Muñoz, agente de la Guardia Civil, «recuerdo una situación en particular, una madre con dos niños a su cargo que no podía trabajar porque tenía problemas de salud», prosigue.

Pero sin duda, lo más «gratificante» para los voluntarios es cuando las propias familias llaman para darse de baja en la ayuda porque se han reincorporado al trabajo o ya no lo necesitan: «nos produce una alegría inmensa», confiesa Muñoz.

La asociación continúa creciendo y desde dirección aseguran que «a todo aquel que nos necesite lo amparamos, no tenemos un máximo, no podemos decirle a nadie que no». Y es que, tal y como apunta la presidenta: «me siento muy orgullosa, los compañeros están dispuestos a todo, cuanto más se les pide, más nos dan», concluye.