«Lo abrí hace 38 años, un 12 de febrero que estaba nevando. A lo mejor, cuando cierre, igual nieva otra vez, aunque es un poco difícil en estas fechas», comenta Sagrario Calero, dueña del videoclub Infante, que echa la persiana antes de tiempo: es un negocio víctima del coronavirus.

«En su momento fue lo más: estar en casa con las películas, las palomitas y la pizza», comenta la mujer sobre su establecimiento, en la barriada murciana del Infante. Lo que ha pasado es que «yo me jubilaba el 2 de octubre. Pensaba dejar abierto hasta última hora, pero el coronavirus me ha terminado de dar la puntilla», manifiesta la propietaria, que insiste en que quiere «agradecer públicamente a todo el mundo» el apoyo que, durante casi cuatro décadas, le han dado a su negocio. «El 20 de junio probablemente ya no se abrirá al público», calcula Calero, que no se olvida de «las personas que tengan un bono a medias», a quienes les ofrece la opción de «elegir alguna película en propiedad». «Que no diga nadie que yo les dejé con los bonos a medio», manifiesta.

Son más de 13.000 las cintas que hay en este videoclub. Las que de aquí a un mes no se vendan, serán donadas por la dueña a la Filmoteca Regional, anuncia. «Todo lo que yo tengo va para Murcia», sentencia la vecina.

«Soy cordobesa de nacimiento, pero me vine a Murcia con nueve años y estoy 'criá' y 'engordá' aquí en Murcia», explica Calero, aunque reconoce que «si voy a Córdoba, el acento se me pega».

A la pregunta de por qué no traspasa el videoclub en vez de echar la persiana, la mujer subraya que «yo no puedo traspasar un negocio que sé que no deja dinero. Moralmente, no lo puedo hacer». «Lo que he pasado para que esto no se pierda...», expresa.

En un momento en que las plataformas digitales, donde ver series y películas, han conquistado su espacio, Sagrario Calero ha trabajado todos estos años «de lunes a lunes. Libraba los miércoles, pero, si era fiesta, tenía que venir».

«Todas desinfectadas»

Cuando el videoclub esté cerrado «me va a costar más trabajo pasar por la puerta... pero es lo que hay», comenta.

No se habría acelerado el proceso de cierre «si no estuviera la situación como está», dice, en referencia a la pandemia que ha dejado más de un centenar de muertos en la Región. El problema, opina Calero, es que «no se sabe quién está infectado», de ahí que «todas las películas, en las estanterías, están limpias y desinfectadas, es una pasada». Además, «la manivela de la puerta, el mostrador... así no se puede trabajar», lamenta.